tinta ACAMPADAS S. Por Yuris Nrido SYa que nos vamos a poner nostlgicos, "a evocar bellos momentos de la nifiez, me ) recuerdo ahora, con diez u once aios, des- pierto por primera vez a las dos de la ma- drugada, por primera vez acostado bajo '0 Y el cielo estrellado, no en una cama, sino -sobre una sbana puesta sobre la hierba, E C 0 ,u - So E a unos kilmetros de mi casa, en pleno Sent campo, rodeado de mis compaeros de ncue-ros aula que hacan cuentos de aparecidos y Por Leonardo Chico Pimentel, estu- criminales mientras los maestros manda- diante de la Universidad de La Habana ban a callar, a dormir, a estarse quieto. Yo miraba las estrellas y no poda pegar un ojo; no por la emocin de asistir a ese Sigo siendo esa parte de m que no recuerdo, bajo espectculo inefable que es un cielo sin esta piedra solo se escucha el sonido de los pasos y se nubes, de noche, lejos de las luces de la siente la frialdad de la niebla. Solo me resta el lpiz, las ciudad; ni siquiera por miedo al fantas- cuartillas mojadas en el lodo del otoo, los amigos en- terrados en la playa, junto al cocotero seco. El pesimis- ma de la muchacha que se haba ahoga mo de la soledad va llenando mi vientre y an quedo do en el ro haca unos cuantos anos, all hambriento. cerca, y que apareca por las madruga- S que el mundo no es solo una sombra, y de ese algo das a llorar sus penas de muerta virgen; ms all de la maana quedo soando, colgado.Yo he no, no poda dormir de pura incomodi- sido de esos que han fabricado un idioma con los desva- dad, por el cansancio, por el calor, por ros de un trago y dormido con los noctmbulos la noche los mosquitos, por el ulular de sabe Dios de los encuentros. que bicho campestre, por los sudores acu- En esa noche nadie se esconde, nadie tropieza con las mulados despus de una caminata de unos cos preguntan por las mentiras para robarlas, los mayo- de fogata que se haba impregnado a la res, comentan por lo bajo mi locura y me cantan en una ropa, por la hierba hmeda, por las hor- estrofa sin sentido: ellos creen que alguna vez no fui migas que me suban pierna arriba, en gusano, ni mi piedra fue una simple piedra. Los mayo- fin, por esa sensacin de vulnerabilidad res no saben que hay un tiempo de crecer a la cordura, que me provocaba estar lejos de mi mam, que para enloquecer tambin hay un tiempo, solo que p) por la humillacin de ver lo bien que la nadie recuerda a que hora es. pasaban mis amigos, lo bien que se las He aprendido a reconocerme piedra adentro, en luga- arreglaban con sus mochilas y sus hama- res insospechados constru los planos de la alegra y se cas, lo contentos que estaban por aquella perdieron. De arrastrarme tengo conchas rojas, incura- cas, lo contentos que estaban por aquella ble artritis, pero sigo persistente aqu donde ni Diomedes noche de libertad. Mientras que yo, nmo so, analizando cada estrofa de la vida como el crtico tonto que se emocionaba leyendo aventu- que encarna el poeta frustrado. S que me voy gastan- ras de Tom Sawyer, no alcanzaba a dis- do como un cigarro y los mos se me alimentan, pero frutar mi primera aventura, mi propia seguir aqu, andando a mi lado en el minuto del miedo, aventura, pues estaba demasiado preocu- buscndome; aunque sigo siendo esa parte de m que pado porque al otro da haba que hacer no recuerdo, y de ti, por si un da lo descubres. a nudos de exploradores, complicadsimos nudos para amarrar no s que cosas, nu- dos que te explicaban en un manual con dibujos que a mi, que ni siquiera sabia amarrarme bien los zapatos, me parecan qLo? 2 ininteligibles. Al final, por supuesto, el m$4 eo *Q osuefio me venci, y dos o tres horas des- %e RO. pus el gua base estaba halndome la .R e N sbana, para que me levantara, para que T> gui I"tomara el desayuno -un desayuno mal- ipn e.FTfrt simo-, para que, medio dormido, hiciera m 6"T a 'fila con los dems frente a los restos hu- LAS P rmeantes de la fogata, para que gritara- mos el lema, a todo pulmn y para decir- nos que ya estaba bien, que regresba- mos, que venia una guagua a buscamos para que no tuvieramos que dar esa ca- minata de nuevo, que no habra compe- tencia de nudos ni nada por el estilo, que nos fijramos bien si no se nos haba quedado nada, no fuera a ser que dej- ramos regada una sbana, o un pozuelo, o cualquier otra cosa en medio del campo mojado. 7