70 IVETTE LOPEZ discurso que desvaloriza la poesia, frente a los g6neros "totalizantes" -la novela y el ensayo de interpretaci6n hist6rica. Asi las mujeres accedian a un espacio poco valorizado y, sobre todo, carente de poder.10 Para Burgos, entonces, la inserci6n en el canon durante la d6cada del cuarenta y en los afios que siguieron a su muerte, en 1953, se daria, fundamentalmente, mediante dos estrategias: la separaci6n de sus coetdneos, ubicAndola en un registro aparte, el gineceo de "las poetisas," y la insistencia en la biografia- despecho amoroso, desgracia. Estas estrategias remiten, de un lado a la dificultad de insertar en el discurso literario un sujeto po6tico radicalmente distinto y, de otro, constituyen un ejemplo de la renuencia a integrar a las mujeres al espacio social que estas ya empezaban a ocupar desde las primeras d6cadas del siglo XX, como han expuesto soci6logas/os e historiadores. Hay que sefialar que la critical reconoci6 desde temprano la singularidad de la voz po6tica de Julia de Burgos. Los peri6dicos y revistas puertorriquefios de la 6poca le brindaron el espacio para dar a conocer sus poemas y publicaron articulos sobre su poesia, en parte gracias al apoyo de escritores consagrados como Llor6ns Torres: Alma Latina, Puerto Rico Ilustrado, El Imparcial, Renovaci6n, La Acci6n. Se ocuparon de ella en estos afios intelectuales reconocidos como Nilita Vient6s, Luis Llorens Torres y Jos6 Antonio DAvila. Vient6s, voz autorizada en la critical literaria de la 6poca, al resefiar el primer libro de Burgos avala el trabajo de la poeta y describe que "marca la aparici6n en la lirica puertorriquefia de un gran talent po6tico unido a una apasionada conciencia de los problems sociales."'1 Llor6ns, por su parte, al situarla en el context de cuatro poetas hispanoamericanas cercanas a su tramo generacional, sefiala que es ella "la promesa mas alta de la poesia hispanoamericana" y la consigna como "la mas ultramoderna y mis de vanguardia entire estas cinco geniales trovadoras de Am6rica."12 Sin embargo, al igual que ocurri6 con otras poetas, algunos de sus critics, a la vez que elogiaban su obra, insistian en leerla contra el marco de "lo femenino," que se reducia en la lectura a un mundo de emotividad y amorios. Asi result que no se ley6 en el context literario en el que estuvo inmersa. Su imagen de poeta muerta en una calle de Nueva York result mas poderosa, para los organismos reguladores de la cultural, que su poesia misma. Su perfil biografico qued6 incrustado en un marco restrictive y obviaba el hecho de que la referencia a su vida se da gracias a su importancia en la literature puertorriquefia. En el nfimero de la revistaArtesy letras dedicado a Burgos en 1953, tras su muerte, Samuel R. Quifiones, quien habia pertenecido, junto a Antonio Pedreira, a la junta editor de la revista Indice a finales de la d6cada del veinte, y luego, en la d&cada del cincuenta, fue Presidente del Senado de Puerto Rico, al referirse al segundo libro de Burgos (Canci6n de la verdad sencilla), sefiala que la autora no se manifiesta como otras mujeres que expresan "crudas voluptuosidades" y "locas vehemencias pecadoras" y