La alegoria del mito como narrative de la naci6n en Memorias de Bernardo Vega Elidio La Torre Lagares Terranova Editores En la introducci6n a las Memorias de Bernardo Vega, el editor de dicho libro, Cesar Andreu Iglesias, comienza hablandonos de una "Adver- tencia a los lectores," que, a manera de pr6logo, Vega escribiera en el invierno de 1955 para expresar la finalidad de su obra, que era redactar "una memorial honrada de c6mo han vivido y que han hecho los puertorriquefnos en Nueva York" (9).1 La ausencia de dicho pr6logo en la version editada por Andreu Iglesias y, la cual, ante su muerte, fue terminada por el tambi6n es- critor Jos6 Luis GonzAlez, nos cierra y a la vez nos abre el horizonte narrati- vo de la obra que sucederA en las pAginas subsiguientes a la "Introducci6n: Donde el editor da cuenta de algunas opinions de Bernardo del origen de estas Memorias y de c6mo realize el trabajo para publicarlas," Las Memo- rias, cuya publicaci6n ni Vega ni Andreu Iglesias vieron, progresarAn como una narrative homodiegetica en primera persona. Sin embargo, de acuerdo con la "Introducci6n" de Andreu Igesias, las mismas llegaron a las manos del editor como relato sincereo y franco... su mayor fuente de interns" en terce- ra persona, y por tanto, el editor opinaba que "nada le ahiadian los retazos novelescos" (13). Andreu Iglesias opina entonces que el libro debe transcu- rrir en primera persona, a lo que Vega se niega. Diez afios luego de la muerte de Bernardo Vega, Andreu Iglesias decide completar el trabajo que le solicitara el autor cayeyano y se dispone a pre- parar su publicaci6n bajo sus propios criterios editoriales. Nos dice Jose Luis GonzAlez en El pais de cuatro pisos: Lo que C6sar tambien comprendi6 con toda seguridad, sin que su proverbial modestia le permitiera confiArselo ni siquiera a sus colaboradores mas intimos, es lo que yo debo afirmar ahora para cumplir un deber de justicia elemental: ningin otro puertorriqueflo viviente estaba capacitado como 61 (Andreu Iglesias) para dar forma final al texto de Bernardo. Nadie podia, como 61, asumir el texto e identificarse sin reserves con su rico contenido human, politico y moral.2