36 FRANCIsco CABANILLAS antes que Puerto Rico: a saber, Ilevar a la salsa al espacio del libro. Los boricuas, y pienso en el libro de fotografia de Addl Maldonado, Mango Mambo (1989), fueron los primeros en Ilevar esa "salsa" que capta Adal al espacio de la fotografia artistica. Desde la sociologia tropical, el libro de Angel Quintero Rivera, Salsa, sabor y control (1998), se public en dos editoriales: Letras Cubanas y Siglo XXI. Desde los studios culturales, el libro de Frances Aparicio, Listening to Salsa (1998), pluraliza las cultures puertorriquefias, como plantea el subtitulo, Gender, Latin Popular Music, and Puerto Rican Cultures. Como en el caso de Roche, que incide en la pintura del mundo hispanoparlante y angloparlante, la salsa que el 98 boricua pone en libro se da, siguiendo el paradigma de la abundancia, en espafiol y en ingles, los dos idiomas de las cultures puertorriquefias, como dramatiza Victor HernAndez Cruz en Tropicalization (1976): "Manhattan dance Latin / In Spanish to African rhythms / A language lesson / Without opening your mouth". (24) Ante el desliz presuntamente inocuo por parte de Latinoamerica, Espafia y Estados Unidos de olvidar a Puerto Rico en la guerra de 1898, Z,c6mo responded las cultures boricuas? En The Puerto Rican Nation on the Move (2000), al hablar de la guerra hispanocubanoamericana, Jorge Duany evade el molde de la historiografia espafiola y estadounidense que, segin Diaz Quiftones, al referirse al 98 como la "guerra hispanoamericana," privilegia la idea de que "s61lo los imperios fueran sujetos hist6ricos" (197-200). De hecho, como dice Duany, algunos historiadores se refieren ahora al 98 como la guerra hispanocubanofilipinoamericana (287), un termino que vuelve a desfasar la ocupaci6n de Puerto Rico. Ante ese desliz, no obstante, un siglo despues, explota la salsa acad6mica del patio con dos libros, uno desde la academia boricua y el otro desde la gringa, como si se tratara, en el mejor de los casos, de un relevo: despues del lamentado debacle de la Salsa de Oro durante la primera mitad de los setenta, los acad6micos boricuas toman, al final de los noventa, el bat6n. Para una naci6n en movimiento, diria Duany, se require unos academicos prestos a correr, una propuesta que aceptaria el escritor Jose Antonio Ramos. El hecho de que la detonaci6n de la salsa acad6mica boricua, con esos dos libros, se de un siglo despues de 1898, s6lo corroboraria que, como ha dicho Diaz Quifiones, el 98 en Puerto Rico tiene su propia temporalidad. Por eso los primeros efectos de 1898 se empezaron a sentir en la d6cada de los 30, cuando Antonio S. Pedreira, su ensayista emblemAtico, elabora, sobre esa realidad, su estrategia critical, en la cual, segin Diaz Quifiones, "El 98 no era el testimonio de la destrucci6n, ni de una redenci6n, sino la transformaci6n possible de una cultural" (99). Interesantemente, mAs de medio siglo despues, en el context de la diaspora boricua a Nueva York, Victor HernAndez Cruz reflexionara sobre la migraci6n de una manera "parecida" a la estrategia de Pedreira: "transportation of human aspirations / from one geographical area to another and instead / of this process being detrimental is used-turned /