ENTIRE EL MACHETAZO Y LA APARICION 35 una semana, setenta y cinco porciento de los cuales eran civiles). A nivel diasp6rico, la complicidad entire la exposici6n catalana y la migraci6n boricua a los Estados Unidos, torna la presencia exponencial, como si desde la mirada catalana a esa otra cara de la cultural estadounidense (todos los artists incluidos son de alguna manera minoritarios), de donde surge sorpresivamente el poeta nuyorican Miguel Pifiero en la pintura de Wong, la aparici6n de Roche elevara lo boricua al cuadrado. Tributo a Oiler El camino que conduce de 1898 a nuestro 1998 national y post-nacional es largo y sinuoso ... ZC6mo volver al 98 desde nuestro 98? -Arcadio Diaz Quifiones. El arte de bregar (2000) Para finalizar, planteamos un tramite entire la ausencia y la presencia que, como en el caso de El velorio (1893) de Oiler, transform el vacio en plenitud; una plenitud, la de Oiler, que, segfn Rios Avila, contrapuntea el ruido y el silencio: la algarabia general del baquine frente al silencio del nifio muerto, del negro mendigo que mira al nifio muerto y del lech6n, que cuelga de una viga del techo (59-60). Para establecer ese tramite entire la ausencia y la presencia, nos valemos de este dato: la omisi6n que a menudo, en libros y en la memorial colectiva de latinoamericanos, espafioles y estadounidenses (incluso de caribehos, como afirma Diaz Quifiones al hablar de la historiografia cubana), deja fuera lo boricua del drama de 1898: "Cuba, convertida en alegoria y epopeya de la naci6n; Puerto Rico, colonia que nunca lleg6 a ser estado-naci6n" (Diaz Quifiones 200). Por eso mismo, en Invitaci6n al polvo (1991), Manuel Ramos Otero salda las cuentas; al homoerotizar la relaci6n entire Cuba y Puerto Rico, "Cuba y Puerto Rico son / dos hombres sudorosos exiliados al sol," balance la disparidad entire las dos islas, y despues, la desdobla de esta manera: "Cuba ama a Puerto Rico por todo / lo que ese puerto de bahia pantanosa / quisiera dejar de ser y ese puerto / quiere a Cuba desesperado y sombrio, / como a un amante tardio, / como a una fabula lejana, como a infierno / prometido, como al sudor del vencido / que vuelve siempre a su nido / y en la cama encuentra el alma" (9). Frente a esa ausencia-olvido del 98 puertorriquefio, un siglo despues, la cultural boricua negocia una respuesta como la de Oller y la de Roche: la abundancia antes que la carencia. Y ello porque, desde 1998, "el 98" en el context boricua no puede verse mas como la cifra de la perdida o del corte (tampoco del "trauma"): en ese mismo afio (1998), coincidencia feliz, se publicaron los dos primeros libros boricuas de la salsa, algo que Venezuela, Colombia, Estados Unidos, Espafa, Cuba y M6xico hicieron, a partir de 1980,