FRA'~cisco CABANILLAS holocaust que se avecina: esa navidad panamefia sera cualquier cosa en 1989, menos feliz. Desde la critical sistematica, el documental de Trent desmonta la version official de la invasion, a la vez que, como en la mejor reciprocidad de la sociabilidad tropical (seg6n Quintero Rivera), al iniciar el documental con la voz del sonero mayor, Trent panamefiiza a Maelo (igual que este, much antes, puertorriquefiiz6 a PanamA con su m6sica). Desde la izquierda estadounidense, el documental de Trent establece, a traves de esta presencia o incluso intermitencia boricua, una empatia con lo panamefio: el bombazo de navidad serA ahora, una vez atravesados los dos primeros significados, el estallido critic que constitute el propio documental, una lectura critical de la invasion que PBS se neg6 a televisar. Si la voz de Maelo en el documental de Trent fue una aparici6n dramatica, la iltima inclusion de lo boricua eleva la sorpresa al cuadrado. En el catilogo de la exposici6n catalana, El humor y la risa: cinco pintores contempordneos de Estados Unidos (2001), la sorpresa se da por partida double. Por un lado, como la aparici6n mas sorprendente, estS el trabajo del chinoamericano Martin Wong, y sus tres cuadros sobre el poeta nuyorican Miguel Pifiero: Retrato de Piflero (1982), La anunciaci6n segin Mickey Pinero (1984) y Retrato de Mickey Pifiero tatudndose (1988). Por otro lado, como el quinto pintor estadounidense incluido, aparece la pintura de Arnaldo Roche, un artist que ha logrado ubicarse en ambos mundos, en el de Puerto Rico como parte de America Latina y en el de Puerto Rico como parte ("US Latinos") de Estados Unidos (Roche gan6 un premio en 1991 como latino de Chicago, donde residia). En vez de borrar la pintura boricua en la estadounidense, como hizo Lucien Smith, la mirada catalana la pone en el context 4tnico del pais. No es que, como en el caso de Lucien-Smith, el arte puertorriquefio se pueda omitir del context latinoamericano, sino que hay que posicionarlo, como en el caso de Roche, en los dos mundos que lo conforman. Donde Edgardo Rodriguez JuliA planteaba, en "Tradici6n y utopia en el barroco caribefio," que, en cuanto a lo boricua, la picaresca era preferible a lo tragico (65), algo que, de cierta manera, reitera "la brega" de Diaz Quifiones, en el caso de Roche, la abundancia es preferible a la carencia. De esta manera, la aparici6n de lo boricua supondria una celebraci6n a tres niveles. Al nivel ontol6gico, el diAlogo entire la novela (de Caicedo) y la m6sica popular boricua (de la isla y sobre todo de la diaspora: Barreto), celebra una presencia fundacional. En vez de padecer de un complejo/ carencia de identidad, las identidades boricuas interpelan la identidad de otros latinoamericanos: en este caso, la de los calefios j6venes que, durante los afios sesenta y setenta, se forjaron a la sombra de la musicalidad popular boricua. A nivel politico, la complicidad entire el documental de Trent y la mfsica de Maelo establece una critical antimilitar: la "Bomba de Navidad" que canta Maelo antagoniza la invasion que hara de la navidad panamefia de 1989 una triste explosion entiree dos mil y cuatro mil muertos en menos de