NEL ---------- DICCIONALIO ENCICLOPDICO DE LA MASONERIA 596 sardo y luego la evacuacion de Crcega, decidida por el gobierno ingls. Hecha la paz entire Npoles y Francia, Jervis, que habia sustituido Hotham en el mando de la escuadra del Medi- terrneo, la condujo al Ocano para vigilar la espaola, en tanto que Nelson conducia un convoy desde la isla de Elba Gibraltar. Al embocar en el estrecho encontr la flota castellana, y se uni entonces con Jervis. Las treinta y nueve velas espaolas habian salido de Cdiz al principio de Febrero de 1797 iban Brest para romper el bloqueo y unirse la escuadra holandesa, y derrotar en seguida la inglesa del Canal de la Mancha. El 14 de Febrero se trab la batalla, perdida por nosotros con prdida de cua- tro grandes navos. Esta batalla fu de un gran efecto mo- ral en Europa, inaugur la reputation military de Nelson, que fu premiado con el ascenso contralmirante. Despues de la batalla del cabo de San Vicente, dirigi, por el mes de Julio una expedicio contra las Canarias. Atac Santa Cruz de Tenerife, infructuosamente, siendo herido de un balazo en un brazo, al reembarcarse despues de rechazado el asalto que dirigi l mismo. Su pariente Nis- bert, que le acompaaba le salv la vida detenindole la gran hemorragia que le sobrevino. La derrota fu complete, y l mismo pudo embarcarse con grande riesgo. Hubo luego necesidad de amputarlo el brazo derecho, y su curacion fu larga; pero alllegar el mes de Diciembre, el navo Yanguardia enarbolaba ya su pabellon. Se le encarg vigilar la gran expedition preparada en Tolon por el Directorio. TodaEuropa se preguntaba sobre qu confin descargaria la tromba. Al llegar al golfo de Lyon, una tempestad disperse su flota, obligndole am- pararse en Crcega. La escuadra francesa pas pocas leguas de la suya. Con diez buques de refuerzo, recorri vanamente los mares de Espaa, volvi hcia Italia, siendo socorrido en Npoles por Carolina, sabiendo entonces la conquista de Malta por Napoleon. Nelson vol Cerdea, coste el Pe- loponeso, el Archipilago, descendi Egipto, coste Creta, mientras que Napoleon navegaba por el lado opues- to de la isla, y volviendo sobre sus pasos, tropez por fin con la escuadra republican anclada en la rada de Abukir, por no haber podido penetrar en el puerto de Aleiandra, de donde dista seis leguas. Era el 1.o de Agosto, el dia en que el intrpido ingls iba cortar el hilo de los planes de Bonaparte, aislndole en Egipto y quitndole la base de sus operaciones terres- tres. El almirante Brueys habia dispuesto sus barcos en semicrculo; cruzando sus fuegos, y situados paralelamente la costa, apoyado en su izquierda por el islote fortificado de Aboukir, y la costa defendida por bateras rasantes. Bien hacia falta una victoria Nelson, pues en Inglate- rra, done se seguan con febril impaciencia todas las vi- cisitudes de tan vital campaa, comenzaba levantarse un clamoreo terrible contra aquel almirante que haba deja- do escapar la escuadra francesa, y se elevaban las voces hasta el Almirantazgo, por haber entregado la suerte de Inglaterra un contralmirante tan jven. Nelson concibi al moment el proyecto de colocarse con part de sus barcos retaguardia de los franceses, in- terponindose entire ellos y la costa; cogindolos entire dos fuegos y aprovechando asi la inmovilidad que les habia condenado la imprevision de su jefe. El problema se reduca saber si el paso era practica- ble. Un piloto griego le asegur que s, y se encarg de conducir un navo de 50 caones que guiase los otros. A las seis de la tarde avanz -resueltamente en rden de batalla. El Cullonden fu el nico buque que perdi en tan arriesgada operation; yendo los dems situarse en la po- sicion sealada, mientras que Nelson con la otra mitad cogia entire dos fuegos al enemigo. A las seis y media la lucha era general. La batalla fu de las ms espantosas. Dos mil cationes no interrumpian el estruendo de su voz. El almirante lia'ncs fui muerto, su navo, el Oriente, de 120 cafiones, incendiado, vol a las diez y media con quinientos lhombres. El estupor del desastre detuvo duran- te un cuarto de hora el caoneo, que continue luego con igual viveza hasta media noche en que empez decaer por parte de los franceses. De trece navos dos volaron y nueve fueron tomados. Nelson fu herido en la cabeza; al principio se crey que de muerte, pues la sangre le inund el nico ojo y qued en tinieblas: cuando se supo que no tenia gravedad la herida, renaci la calma perdida por-tan temible desgracia. Apenas vendada su herida, al saber que el Oriente estaba inundado de llamas, subi por las escaleras con asombro de todos, para que se enviaran chalupas 4 los nufragos que se estaban abrasando. Conducta digna de un mason. Esta batalla produjo viva impression en Eur5pa, sobre. todo en Francia y en Inglaterra, donde la alegra no tenia limits, pues que este gran desastre condenaba sucum- bir al ejrcito de Egipto. Todos los soberanos enemigos de Francia hicieron Nelson soberbios presents. Se le nombr baron del Nilo y de Burnham-Thorpe, y se le asign una pension vitalicia de diez mil duros anuales. La Compaa de las Indias' Orientales le regal un million de reales. Nelson volvi de Egipto Npoles con algunas fragatas, y Carolina y la crte recobraron la calma perdida ante la fuerza de la opinion republican del pueblo. Nelson fu re- cibido como salvadoryla divina Emma se arroj en susbra- zos desmayada de emocion. El almirante agot la copa del deleite, colmado de adulaciones, celebrados sus triunfos y lisonjeada su passion. El general Marek, que mandaba las fuerzas austro-napo- litanas, haba sido entire tanto derrotado; los ejrcitos fran- ceses avanzaban sobre Npoles y la prudencia exigia la crte una retirada que no poda ser otra que la de los bar- cos de Nelson. El rey y la reina se embarcaronpara Sicilia, pues Emma habia hecho transportar secretamente ya los tesoros y diamantes de la corona, preciosidades de arte, etc. As fu como el Vanguardia les llev Palermo en medio de un deshecho temporal, mientras seproclamabala Rep- blica napolitana. Pero pronto comenz la reaction. El cardenal Ruffo, re- medo de nuestros clrigos cabecillas, movi contra la Re- pblica los bandidos de la Calabria, y con esa base suble- v todo el pais; reuniendo pronto cuarentamilfanticos con que march sobre Npoles al grito de "Rey y religion," auxiliado por el oro de los emisarios ingleses y realistas. Nelson seguia plcidamente desde Palermo, adormecido en brazos de Lady Hamilton, colmado defavorespor aque- llos reyes, cuyo reino penda de las amarras inglesas, los movimientos de quien podia restaurar en su trono la ami- ga de su amiga. "Sigo alojado, escriba, en el palacio de Lady Hamilton; que es mi consejero, mi confidence, mi se- cretario, mi salud. Esta, en verdad, se ha alterado, pero mientras yo respi- re, si la reina me lo ordena, quedar aqu para prote- gerla....." Y la protection lleg hasta adquirir l, el ms furioso en- cono contra los enemigos de la hermana de Mara Anto- nieta. Escriba as al almirante Traubridge, jefe de la es- cuadra que bloqueaba Npoles: "Escribidme pronto que se han cortado algunas cabezas; pues nada menos que eso se require para confortarse algo." Los ignorantes y miserables lazzaroni de Npoles abrie- ron Ruffo las puertas de la ciudad. Nelson reuni enton- ces su escuadra en la isla de Maritino, y se embarc para Npoles con Lady Hamilton, ministry de las venganzas instrument de Carolina. Nelson encontr Nples ocu- pada por Ruffo, mientras que today la juventud inteli- gente y patriota de la ciudad, que constituia el ncleo del ejrcito republican, estaba encerrada en los fuertes, mer- ced la capitulacion ajustada con Ruffo, y que les asegu- raba la vida y la libertad de salir del pais. Eljefe queman- daba el bloqueo, puesto por la escuadra inglesa la plaza de Npoles, que se llamaba Footz, firm tambien la capi- tulacion, instancias de Ruffo. El 25 de Junio de 1799, Nelson, con su escuadra lleg Npoles. Pronto se supo que una capitulacion se habia firmado ya. Las vctimas predestinadas de la ferocidad real, habian escapado. Lady Hamilton brill entonces de cruel- dad: no crey lo que se le decia. Consejera de una reina, no debia disgustarla, aunque hubiese de arrastrar por el suelo la elevada investidurade su marido cerca de pas ex- tranjero, ya que inmolaba su honra las voluptuosidades de Nelson, aunque con ello hubiese de convertir la ban- dera inglesa en lecho de sus sangrientas orgas. De pi sobre el puente del buque almirante, al lado de Nelson, la vista delpabellon blanco ondeando en los fuer- tes, y sealndole con el dedo, volvise hiia Nelson, en- furecida, diciendo: "Nelson! Nelson! haz arriar al instan- te esa bandera: ino se capitula con rebeldes! El hombre de Abukir tembl ante la model de Lndres, y obedeci! Ruffo, menos implacable que un almirante ex- tranjero en una guerra civil, en que se es tanto mas ene- migo cuanto mas compatriot, rehus noblemente violar la palabr dada.(Lamartine: (Euwves completes; t. 36; p. 88.) Llafiado al navo almirante, recibir rdenes de la