DICCIONARIO ENCICLOPEDICO DE LA MASONERiA -558 y reservadamente de sus nombres en la adquisicion de las temporalidades, si se tiene en ellos bastante confianza. 3. Conviene tambien aprovecharse de su influjo para suavizar las ideas que el populacho tenga contra nuestro institute. 4. Se exigir todo cuanto se pueda de los obispos, pre- lados y deims superiores eclesisticos, segun los sentimien- tos de que se hallen poseidos hcia nosotros. 5. Bastar en algunos lugares para lograrlo, obligar los prelados y curas hacer de manera que respeten sus feligreses la Compaa, y que ellos no nos impidan ejercer nuestras funciones en otros lugares donde es mayor su po- der, como en Alemania, Polonia, etc. Se deber tributarles homenaje, fin de que por medio de su autoridad y la de los prncipes, puedan caer en nuestro poder los monaste- rios, parroquias, prioratos, patrons, fundaciones de misas .y lugares piadosos; pues con mayor facilidad se podrn ob- tener en los parajes en que los catlicos se hallan mezcla- dos con cismticos y herejes. Es necesario manifestar es- tos prelados, que semejantes cambios producirn uua utili- dad importancia que no podra esperarse de los clrigos, seculares 6 monjes; as, pues, si ellos condescienden, ser menester publicar su celo de palabra y por escrito, eterni- zando la memorial de su action. 6. Para esto debemos procurar que dichos prelados se valgan de nosotros, tanto para la confession como para los consejos; igualmente, que si aspiran destinos mas eleva- dos en la crte de Roma, intercedamos con todo nuestro valimiento fin de que los obtengan. 7. Cuiden nuestros hermanos, al fundar, los obispos y prncipes, colegios y parroquias, de que tenga la Compaa poder de poner vicarios con cura de almas, siendo el supe- rior del lugar el cura, porque de este modo nos pertenecer el gobierno de dicha iglesia, y sus feligreses quedarn en nuestra total dependencia. 8. Si en alguna parte hubiese alguna academia que con- trariase nuestros intereses; existiesen catlicos herejes que intentasen impedir nuestras fundaciones; conviene pro- curar, por medio delos prelados, obtener las primeras cte- dras: pues as le serfcil laCompaa, poco poco, irin- culcando sus exigencias y necesidades. 9. Convendr, sobre todo, interesarse con los prelados de la Iglesia cuando se trate de la beatificacion de la ca- nonizacion de algun hermano: y asimismo ser preciso ob- tener, de todos modos, cartas de los prncipes y grandes, para poder, por medio de ellas, lograr el que se eleve el negocio la Sede apostlica. 10. Cuando llegue el caso de que los prelados grandes tengan que hacer una embajada, se pondr el mayor cuida- do en que no se sirvan para elle de religiosos que estn en competencia con nosotros; pues podran transmitir el esp- ritu de que se hallan posedos y diseminarlo por los pueblos de nuestra permanencia: igualmente debemos procurar que si pasan tales embajadores por las provincias y ciudades en que tenemos colegios, se les reciba honorfica y afectuosa- mente, regalndoles hasta el punto que permit la modestia Teligiosa. CAPITULO IV DE LO QUE DEBE RECOMENDARSE LOS PREDICADCRES Y CONFESORES DE LOS GRANDES. 1. Los prncipes y grandes deben dirigirse de suerte que solo parezca que se tiene por objeto la mayor honra y gloria de Dios; encaminndolos una austeridad de con- ciencia que puedan sin dificultad sujetarse: as, pues, su direccionno debemirar desde un principio, sino solo poco poco insensiblemente, lo que pertenece al gobierno exterior y la poltica. 2. Por esto debe inculcrseles, menudo, que la distri- bucion de los honors y dignidades de la repblica tiene es- trecha relacion con la justicia; y que los prncipes pecan gravemente contra Dios cuando no tienen en ello mira- miento alguno y siguen solo el impulso de sus pasiones: igualmente deben repetir, con series protests, que no quie- ren de modo alguno entrometerse en la administration del Estado, y que si alguna vez hablan de ello, es bien pesar suyo y en razon de su deber. Cuando los prncipes estarn bien instruidos en esta mxima, se les esplicar qu virtudes deben poseer los sujetos quienes elijan para el desempeo de las dignidades y cargas pblicas y principles, proponin- doles y recomendndoles, en fin, los amigos mas sinceros de la Compaa. Esto, sin embargo, no debe hacerse directa- mente por nosotros mismos, sino valindonos de personas de la confianza del prncipe, no ser que nos veamos pre- cisados ello. 3. Por lo tanto, nuestros confesores y predicadores pro- curarn informarse, por conduct de nuestros amigos, de aquellos que sean mas propsito para el desempeo de los cargos pblicos, y sobre todo mas liberals para con la SCompaa; cuyos nombres insinuarn su tiempo con ma- a los prncipes, por s mismos por interpuestas per- sonas. 4. Acurdense, los confesores y predicadores, de tratar los prncipes con dulzura, acariciarlos, no chocar con ellos en sermones ni conversaciones privadas, alejar de ellos to- da especie de temores, y exhortarlos principalmente la f, la esperanza y la justicia poltica. 5. No reciban dichos predicadores y confesores casi nunca, mdicos presents para su uso particular; pero en- carezcan continuamente la necesidad pblica y del colegio; contntense con un aposento sencillamente amueblado: vstanse sin afectacion y acudan prestar con prontitud su consuelo y ayuda aun las personas mas ntimas de pala- cio, fin de que no se crea que solo estn para prestar Eus servicios los seores. 6. Inmediatamente despues de la muerte de alguno de Slos oficiales, tengan cuidado de hablar, para sustituirlo, con algun amigo de la Compaa, evitando la menor sospecha que pudiera caer sobre ellos de intentar arrancar el man- do de las manos del prncipe: por esto, pues, como hemos dicho antes, no debern mezclarse directamente en tales negocios, sino emplear amigos fieles y poderosos que, en un caso, puedan soportar el dio que caiga sobre ellos. CAPITULO V DEL MODO CON QUE DEBEMOS CONDUCIRNOS CON RESPECT A LOS RELIGIOSOS QUE DESEMPEAN EN LA IGLESIA LAS MISMAS rUNCIONES QUE NOSOTROS. 1. Es preciso tolerar con esfuerzo esa casta de gen- tes, haciendo entender oportunamente los prncipes y dems que gozan de alguna autoridad y que en cierto mo- do nos son adictos, que la Compaa abraza la perfeccion de todas las rdenes, exception del canto y austeridad exterior en la manera de vivir y de vestir; y que si acaso exceden las otras religiones en alguna cosa, resplandece no obstante la Compaa de un modo mas eminente en la Iglesia de Dios. 2. Indguense y reprense los defects de los dems religiosos, y una vez descubiertos y publicados con pruden- cia nuestros fieles amigos, como si se deplorasen, mus- trese que no cumplen tan bien como nosotros las funciones que nos son comunes. 3. Con el mayor conato conviene oponerse los que intenten former establecimientos para la enseanza de la Sjuventud en los lugares donde ensean nuestros hermanos con honor y provecho, haciendo present los prncipes y magistrados que tales gentes conmovern con sediciones al Estado si no se trata de privarles, y que la diverse ins- truccion que recibirn los nios har que empiecen por ellos las disensiones, y finalmente que la Compaa es muy suficiente para instruir la juventud; si esos religiosos hu- biesen obtenido breves del papa, tuviesen de su parte la recomendacion de los cardenales, es necesario entonces que se manejen los hermanos contra ellos por medio de los prncipEs y grandes, quienes informarn al papa de los m- ritos de la Compaa, de su suficiencia para instruir en paz la juventud; procurando adems producer testimonios de magistrados en lo concerniente su buena conduct y sa- na instruction. 4. Sin embargo, es preciso esforzarse en dar pruebas particulars 'de virtud y erudicion, haciendo ejercitar los escolares en los studios, y por medio de otros actos esco- lsticos propios para arrancar aplausos, procurando que todo esto se celebre en pblico y en presencia de los gran- des y magistrados. CAPITULO VI DEL MODO DE CONQUISTAR 1 LAS VIUDAS RICAS. 1. Destnense este objeto padres algo avanzados de edad, de complexion viva y conversation agradable, que visiten tales viudas, y que luego que reparen en ellas al- guna inclinacion para la Compaa se apresuren ofrecer- les los mritos y servicios de ella; dndose prisa, en caso que los acepten y empiecen ellas visitar nuestras igl-sias, en proveerlas de un confesor, por medio del cual sean bien dirigidas, la mira de mantenerlas en su estado de viudez, manifestando y ensalzando sus ventajas y felicidad, y pro- metindoles con toda seguridad, y aun salien"o de ello MON