JUE = DICcIONbAI ENCICLOPDICO DE LA MASONERA = 47Q gua por la nuca y colgarles, siete veces mas altos que el ladron convict. Se llama notschepse, al profano que, ha- biendo sorprendido los secrets de la0rden, disfruta frau- dulentamente los privilegios peculiares los verdaderos Jueces Francos." Los que as engaanal santo imperio y al tribunal secret, dice el citado cdigo, si llegan ser des- cubiertos, deben ser palmonds inmediatamente; es decir se les rodear el cuello con una rama de arbol; y vendados de ojos, quedarn encerrados en un oscuro calabozo, hasta que pasados nueve dias se les present ante el tribu- nal, y all sern extrangulados por siete manos como es de derecho; de otro modo podran justificarse." Si un profano, solamente por curiosidad, se introducia en las asambleas de los Jueces Francos, el fiscal le ataba las manos con una cuerda que sujetaba igualmente los pis y en esta forma le colgaba del rbol mas inmediato. Los principles delitos, por los cuales cualquiera podia ser citado ante el tribunal secret, eran: 1.0 la abjura- cion de la religion cristiana; 2.0 practicar la magia; 3. la violation y profanacion de los cementerios igle- sias; 4. la usurpacion clandestine del poder soberano; 5.0 los atentados cometidos en las casas y caminos pbli- cos; 6. las violencias cometidas con los mercaderes, los enfermos y las mujeres en cinta; 7.0 el robo, el asesinato y el incendio, y 7. la desobediencia al tribunal secret. Los JueceslFrancos conocian adems de ciertas controversial y pleitos civiles. En los tiempos de su mayor apogeo, cada tribunal tenia sesiones pblicas que se celebraban de da al airelibre, y de noche en lugares subterrneos.Los negocios civiles eran los nicos que se instruian y juzgaban pbli- camente. En los asuntos criminals se citaba tres veces al acusado. La citacion se escriba en una ancha hoja de per- gamino, de la que pendian los sellos de los seis Jueces y del conde franco. El sello del tribunal consista en un hombre armado de punta en blanco teniendo una espada desnuda en la mano. Si el acusado acudia la cita, se constituia tres cuartos antes de la media noche en el lugar que se le hubiese designado, que era siempre en una encrucijada formada por cuatro casinos. All encontraba un juez-fran- co que le vendaba los ojos, y despues de hacerle dar mu- chas vueltas sobre s mismo, fin de confundirle y de que no pudiera conocer elcamino que tomaba, le conduca ante el tribunal. El ujier portero del tribunal era el encargado de hacer las citaciones. Cuando no poda entregarla perso- nalmente al interesado, la fijaba en la puerta de la casa, del citado, en la estatua de algun santo en un cepillo para los pobres que se encontrase cerca de aquella, y en- cargaba un sereno cualquier vecino que informase al interesado de la citacion que dejabt fijada en uno de los sitios indicados. Como. testimonio autntico de haber des- empeado su mission, cortaba con una hachuela tres ra- mas de un rbol de las inmediaciones sacaba tres astillas de la misma puerta de la casa en que vivia el citado, recoga cualquier objeto que encontrase por aquellas in- mediaciones, y los entregaba al tribunal. Si el acusado se hallaba ausente, se fijaba la citacion en las cuatro esquinas de una encrucijada. Si despues de la tercera citacion el acusado no compa- recia, era condenado muerte. "Cualquier sitio, dice una antigua leyenda, puede servir para las asambleas del tri- bunal secret, con tal que sea desconocido y desierto. Las sesiones se abran en el mismo moment en que tomaba asiento el conde franco. Este tenia su lado un sable con un bastion y una rama de sauce. El sable simbolizaba la cruz en la que muri J. C.; el bastion, la inflexibilidad del tribunal, y la rama de sauce el castigo impuesto al culpa- ble. Para que fueran vlidos los acuerdos del tribunal, de- bian hallarse presents siete Jueces Franccs cuando menos. El acusado poda presentarse acompaado de un procura- dor defenders s mismo. El acusador ponia el dedo ndice sobre la cabeza del acusado y juraba que sabia que aquel hombre habia cometido tal cual crimen falta. Si habia testimonios de cargo, estos colocaban sucesivamente un dedo sobre el brazo del acusador y afirmaban su vez bajo juramento que ste habia jurado conforme la verdad. El acusado pona la mano derecha sobre el bufete del tribunal en testimonio de su inocencia; un ujier repelia la mano del acusado y empezaban los debates. Terminados estos, el conde franco, ponindose de pi, con la cabeza descubierta, sin guantes y desarmado, pronunciaba la sen- tencia. Una vez pronunciada, arrojaba la rama de sauce una cuerda en medio de la audiencia y los jueces la escu- pan. Si el condenado se hallaba present, la ejecucion te- nia lugar inmediatamente, ya decapitndole con la espada, en la cmara roja, ya, como era lo mas frecuente, colgn- dole de un rbol. Si el acusado eracondenado en rebelda, se inscribia su nombre sobre un registro llamado el libro de sangre y todo juez-franco estaba obligado matarle en cualquier sitio que le encontrara. Cuando unjuez se encontra- ba dbil insuficiente para apoderarse por s solo de algun sentenciado, estaba obligado seguirle hasta que encon- trase otros afiliados, los que, bajo pena de la vida, no po- dian negarse ayudar al ejecutante, y debian obedecer ciegamente sus rdenes, si no queran exponerse sufrir ellos mismos igual castigo por desafectos. Cuando se cap- turaba algun fugitive sentenciado era colgado inmediata- mente de un rbol del camino real, dejando los pis del cadver un pual de una forma particular, para dar co- nocer que la ejecucion habia sido hecha por rden del tribunal secret. Habia una formula enigmtica, pero muy conocida, que se empleaba para indicar el peligro que cualquiera corria desde el moment que era denunciado al tribunal. Para advertirlo se decia: "En otra parte se come tan buen pan como aqu." Pero si un juez-franco, se valia de ella para advertir lguien, facilitando de este modo su fuga, si era descubierto, era considerado como traidor y colgado siete pis mas alto que cualquier male- chor comun. Segun Bertrandon de la Broquerie, este tri- bunal se denominaba tambien compaa secret. H aqu una ancdota que refiere en su Viaje de Ultramar, referen- te esta sociedad. "Un viajero francs, recientemente lle- gado de Constantinopla en el ao 1433, se aloj en Saint- Poelten en casa del seor de Valence.A poco de estar all, se anunci la llegada de un caballero bvaro; al oir su nombre, otro caballerd llamado Trousset, que estaba en la misma casa, se levant del sitial en que estaba sentado, y dijo que iba colgar al recien llegado de una ogiacanta del jardin. El Sr. de Valence le pidi por favor que no cometiese semejante atentado en su propia casa; pero Trousset insisti diciendo: "No puede evitarse, tengo pre- cision de colgarle." Valence entonces se dirigi al caballe- ro bvaro, que ya venia buscarle, y le oblig retirarse. La causa de tan repentina clera, no fu otra sino que Jacobo, as como la mayor parte de los que le acompaa- ban, pertenecian la compaa secret, y que el caballero, miembro igualmente de esa asociacion, habra sin duda quebrantado alguno de sus deberes, incurrido, por lo tan- to, en la pena establecida." En el siglo xiv y xv elnmcro de Jueces Francos se ele- vaba mas de cien mil individuos. En medio de los desr- denes de la Edad Media en Alemania, este tribunal prest indudablemente verdaderos servicios la humanidad, y su inexorable justicia hizo temblar aun los seores mas po- derosos. Poco poco fu decayendo, media que se or- ganiz una justicia mas regular, hasta que lleg degene- rar en un escandaloso abuso, constituyendo un verdadero peligro para la la sociedad. En efecto, ya no se ocupaba la asociacion de amparar al dbil contra la epresion del fuer- te, sino que empleaba su tremendo poder para satisfacer resentimientos personales y por consiguiente lleg faltar- le el apoyo que hasta entonces hab'a obtenido de las po- blaciones vejadas por los reyes y grandes vasallos, y luego todas las classes se coaligaron para combatirla. Los empe- radores, los prncipes, los eclesisticos y seculares trataron en diferentes ocasiones y por toda clase de medios de po- ner fin este mal, pero fueron vanos sus esfuerzos para limitar la competencia de los tribunales secrets y dar garantas los acusados. Por espacio de muchos aos quedaron en el mismo pi las cosas, pues consta por dife- rentes actos que estos tribunales existian aun con todos sus vicios en 1664. Sin embargo, los emperadores que su- cedieron Maximiliano y Carlos V, fueron restringiendo de cada da mas y mas la autoridad de los Jueces Francos. Las ciudades libres se coaligaron al fin abiertamente con- tra este misterioso poder y agregaron los juramentes de la burguesa la clusula formal de no contestar mas que las citaciones de los jueces naturales y ordinarios. Los archi- diconos revindicaron su vez el derecho de conocer ex- clusivamente de todos los asuntos y causes religiosas de- clarndolas de su nica jurisdiction y competencia. Colocados fuera de la ley estos tribunales, sus miembros se rodearon del mas impenetrable misterio, viviendo en cierta manera bajo las mismas leyes del imperio, que jams llegaron abolirlos en absolute, en trminos que en 1800 aun continuaba el emperador otorgando franco conddto ttulo de feudo. Pero la institution habia ya perdido toida su importancia, en trminos que el nico tribunal que exis- ta en aquella poca, que era el de Dortmunt, se vea re- ducido juzgar sobre asuntos de simple polica y querellas