369 DiccioNmo E1401aLOPDICO DR LA MASONERIA HIS Masonera, por su intrusion en la poltica espaola, la de- bilit entonces en gran manera, y aun cuando triunf en 1854 con San Miguel, su Gran Capitan de Guardias, se corrompi despues con las mercedes que obtuvo, as en palacio con el rey D. Francisco, que erigi una Logia, abra- zando en ella jefes de barricades, quienes hizo admi- nistradores de los sitios reales _ empleados de la servi- dumbre, como invadiendo los Ministerios y exhibiendo los diplomas de grados para obtener destinos. Sigui esta si- tuacion durante el perodo llamado de la Union liberal, ocurriendo por entonces el fallecimiento de Pinilla, que haba funcionado mas 6 menos activamente, y el del infante D. Francisco, que aun cuando dimisionario, habia conser- vado algunos secuaces. "D. Juan Antonio Seoane, en el trascurso de 80 aos que corri desde 1835 1865, no habia figurado en la Masone- ra, sino para acompaar los dos antiguos masones y grandes patricios D. Alvaro Gomez Becerra, y D. Ramon Mara Calatrava, que no estaban muy satisfechos de que se diera en Espaa la Masonera el carcter de club re- volucionario, desnaturalizando la Institucion, tal como se reconoce en el resto del Universo. Contribuan adems en Espaa las continues disensiones, las mutuas imputacio- nes sobre manejos de fondos, que siempre dan lugar dudas. - "Pero en 1865 66, los sucesos se precipitaban y era preciso hacer algo, siquiera para que no se abusase polti- camente de la Institucion como en 1854 se haba verificado. La occasion se present con las indicaciones que Calatra- va hizo el clebre banquero Matheu, antiguo individuo del Gran Oriente, que al fallecer D. Francisco habia recibido la recomendacion de ste para restaurar la Institucion, que habia sido objeto de sus preferencias durante su vida. Cala- trava, que habia estado 20 aos cohibido por la exaltacion de las pasiones que se le imponian, desnaturalizando la ins- titucion, y que habia dejado ,la delegation en Pinilla el ejercicio de la function de Gran Maestre, acept la pro- puesta de Matheu, tom por s la direction de la Orden, y como los tiempos eran de persecucion, form el primer gran tringulo, y despues el Gran Oriente, en que adems de los dos dichos, entraron los antiguos masones Men- dialdua, propietario de El Eco del Comercio, D. Jos Mara Camacho, cuyo solo nombre era una garanta, D. Jos Reus, intimo amigo y colaborador de Pinilla, y D. Juan Antonio Seoane, que segun hemos dicho tenia ha- cia much tiempo la confianza de Calatrava, como antes la habia tenido de su hermano D. Jos, de Mendizbal, de Becerra, de Espartero y de otros eminentes liberals de la poca. "Por el motivo enunciado de las disensiones habidas so- bre manejo de fondos, estos ltimos hermanos hicieron condition esencial de su entrada en el Grande Oriente Na- cional, que ste no percibiera obvencion alguna. "Nombrado Gran Secretario D. Juan Antonio Seoane, se le encarg la presentation de un proyecto de reform de las antiguas, difusas inconexas reglas porque se regia l- timamente la Institucion en Espaa, y present un proyec- to de Constitucion, que aprobado por unanimidad, fu des- de entonces la base de todos sus acuerdos, y es la ley que rige la Masonera regular espaola, mientras en lo poltico -han regido cuatro Constituciones, y se discute sobre la formation de una quinta. "En tal situation, abord la Masonera Espaola la gran crisis de Setiembre de 1868. Ningun centro disputaba al Gran Oriente Nacional de Espaa la exclusion. Pero pasa- do el peligro y proclamadas las leyes liberals, muchos cre- yeron que seria una recomendacion pertenecer la Socie- dad Masnica, y brotaron de todas parties masones, como dicen que sucede en Amrica, tras de las grande tempes- tades, los papagayos, que aterrados durante ellas, salen despues, cuando abonanza, aturdiendo con su charla y al- gazara. "Tocles este desahogo primeramente los que se aso- ciaron un titulado Oriente Lusitano, erigido en Lisboa en Enero de aquel ao, y otro llamado Grande Oriente de Espaa, que tuvo su origen principios de 1869, de la ma- nera que vamos referir. "Apareci por aquella poca enEspaa un D. Pedro Maria del Castillo que habia vivido fuera del pas largo tiempo, despues de haber servido D. Crlos en las filas de Cabrera. Deciase procedente de Lisboa, donde, segun afirmaba, habia hablado con los del referido Oriente Lusitano para propa- gar la Masonera en Espaa. Fuera de ello lo que quisiera, el hecho es que Castillo se dejaba notar por la extraeza de sus modales y por la frecuencia con que empleaba, para darse conocer como mason, los signos convenidos. 'ara empadronarse en Madrid, necesit tocar con un alcalde de barrio 4 quien le hizo la seal, y acert ser aquel, anti- guo mason de una Logia que habia presidido D. Crlos Maan (1), que figure por los aos de 1840 y despues, de la manera que luego diremos. Reconocindose ambos como hermanos, y preguntando Castillo al alcalde quines eran los afiliados, con el afan de descubrir las personas notables de la Masonera Espaola, dijole al alcalde que l solo co- nocia al dicho Maan, que se llamaba en la Orden el her- mano Romano, cuyo paradero se encarg de indicarle, como en efecto lo hizo, averiguando la hora en que asistia todas las noches al caf de Levante, y encargndose de sealar Castillo, desde lejos, al referido sujeto. "Por otro lado, viva en Madrid un antiguo mason lla- mado Perez Mozo, febril en actividad, aunque avanzado en aos, el cual deseaba aprovechar cualquier circunstancia favorable para arreglar su modo los negocios de la Maso- nera. Habia tratado varias veces este punto con Calatra- va, pero siempre en balde, porque este no se fiaba de su discrecion, ni de la seguridad de su juicio; as es que, no hallando entrada por este lado, fu parar al antes citado Maan, que por su parte aspiraba tambien las mismas pretensiones. Hay que advertir que, habiendose fundado en 1840 en Burdeos, un titulado Grande Oriente Nacional, ste habia nombrado delegado suyo en Espaa al referido Maan, quien no dando buena cuenta de su cometido, fu separado al ao siguiente, nombrndose en su lugar al her- mano Gonzalez, resident ahora en Puerto-Rico, el cual grado 33. del Gran Oriente Nacional, ha provisto ste de todos los comprobantes del caso. "Sigui Maan, pesar de su situation, al frente de al- gunas Logias, y ltimamente adherido al ex-Maestre In- fante D. Francisco. Pero muerto aqul y habiendo cesado el peligro, deseaba el espresado Maan, como otros mu- chos, volver trabajos de que le resultara provecho; lle- vndole entenderse con Perez Mozo la circunstancia de ser antiguos conocidos, y de encontrarse ste movido de iguales aspiraciones. "Hallbanse, pues, los dos ancianos sentados uno frente al otro en una pequea mesa del caf (tal es la relacion de Castillo), cuando el alcalde de barrio le design desde lejos Manan, llamndole luego por el nombre simblico de hermano Romano.--Oigamos ahora la relacion hecha por Perez Mozo al Grande Oriente Nacional, cuando fu dar cuenta de sus actos de escicion, y se ver, que la cabeza de ste se hallaba muy trastornada, era muy inclinado lo maravilloso. "Nos hallbamos, dice, conferenciando Ma- an y yo sobre el modo de restaurar el culto del Gran Ar- quitecto del Universo, cuando nos vimos sorprendidos por un personaje de elevada estatura, miradas escrutadoras y penetrantes, aunque veladas por gafas de cristal, continen- te resuelto y decidido que, position al rden, nos saluda masnicamente tres veces repetidas, y con asombro nues- tro pregunta Maan, si tiene el favor de hablar alherma- no Romano. Prudente ste, contestle que antes de res- ponder su pregunta, necesita asegurarse si tiene derecho para hacerla, y levantndose, hace al recien llegado signo de que le siga hasta un sitio reservado." Prob all Maan Castillo por los toques y seales que juzg conducentes para convencerse de su autenticidad masnica, y plena- mente edificado, segun l dijo Perez Mozo, le invitaron sentarse como tercera persona de aquella trinidad, po- nindole en autos del objeto de sus conversaciones. "Por parte de Castillo habia una exhuberante decision de propaganda, y favoreciale para el caso, el hallarse, con la frecuentacion de las Logias francesas y portuguesas, en todo el pormenor de las solemnidades, seales y ceremo- nias masnicas que sus dos interlocutores haban olvidado, siendo esto uno de los principles obstculos para sus in- mediatas operaciones. De manera que, removida esa prin- cipal dificultad, qued convenida una reunion prxima donde Castillo seria el Maestro instructor de los concur- rentes que citasen Maan y Perez Mozo. Dirigironse un abogado bastante activo llamado Gris Benitez, mason des- de 1844, que no haba pasado del grado de Maestro, y te- nia vivos deseos de aprovechar el tiempo perdido, dupli- cando con otra cifra el nmero 3 de aquel grado. Buscaron un local en un piso bajo de .la calle de las Infantas, n.O 13, y reunironse un par de docenas de masones, no maso- nes, presididos por Maan, sea el hermano Romano, como de mayor categora. La que ste se atribuy en aquel acto no aparece fijamente del acta original, que despues fu en- (1) Apellido francs, cuya verdadera ortografia es Magnol,