181 Diccioiziuo ENCIOLC'PODICO DE LA MASONERA CLE pueblo, prncipe, ni potentado; pero lo que en tal caso hacia falta era un tribunal regular y no el capricho de un dspota sujeto por su propia naturaleza humana al error cuando no la passion, y as lo decidieron desde el ao 314 al 1596, los concilios de Nicea, Antioqua, Srdica, Arles, Chalon-sur-Saone, Tours, Sevilla, Clermont, Tribur y Pla- sencia. H aqu testualmente el acuerdo del concilio de Srdica: "Si el obispo arrastrado por la passion se lanza la expulsion de un sacerdote de un dicono (como se v la protection del concilio no se concrete un simple cura oficiante y consagrante), debe dejarse ste el recurso de apelacion los obispos de la provincia, para que sea exa- minada su causa con madurez. Y el obispo que ha dictado el primer fallo debe sufrir con paciencia su revision, fin de que sea confirmado revocado segun lo exija el caso." Y jams faltaron de apoyo en los hechos, los casos diversos que se presentaban. Con motivo de una queja elevada contra su obispo por un clrigo de la provincia de Narbo- na, el papa remite el asunto un tribunal de seis obispos presididos por el metropolitan. El obispo de Turnoi habia despojado arbitrariamente Damis, cura de Gante, de su beneficio (hoy se diria de su curato). El papa Alejandro III manda al obispo de Amiens, en defecto del arzobispo de Reims, de reintegrar al beneficiado, menos de ser con- victo, judicialmente, de un crimen que implique la pena de destitucion. En el concilio de Tribur, en el cual tomaron asiento veinte y dos obispos de Alemania bajo la presiden- cia del arzobispo Atton, de Maguncia, se decide igual- mente que es necesario un tribunal de seis obispos para resolver sobrela suerte de un prroco. Tales fueron las cons- tituciones fundamentals del clero y la constant discipline de la Iglesia, hasta el final del siglo xii. Y la manera como los seores obispos eludieron unos y otra, como fueron abandonadas estas sabias prescripciones, y como, en fin, acab la ambicion del clero superior por despojar al clero inferior de todas sus garantas, es lo que forma la historic de todas las castas y de todos los despotismos, pero espe- cialmente de los mas odiosos, repugnantes injustificados: de las castas y despotismos religiosos. Puesto que as se nos dice y asegura, admitiremos que el principio de la igualdad haya sido infiltrado como grmen saludable en el Evangelio, pero hay que convenir en cambio, que este grmen infecundo ha sido ahogado desde much tiempo. Al principio del siglo iv la Iglesia no es ya aquella socie- dad secret, perseguida, hostilizada, que celebra sus miste- rios en.las catacumbas, sino que, por el contrario, se trasforma en poderosa institution que trata de igual igual los soberanos, los cuales ha de dominar dentro de poco. Todo conspira su encumbramiento y podero. La impru- dencia de los emperadores le entrega el poder judicial y el poder civil. El obispo se trasforma en defensor legal de las comunidades municipios; la sociedad civil se disgrega y la religiosa se fortalece; la curia se empobrece y se enri- quecen las abadas. El clero se recluta lo mismo entire las classes ricas y letradas que atraen los honors y entire las classes pobres ignorantes que huyen del servicio military. Pronto habr mas clero que fieles y en vano el emperador Valentiniano fulmina un edicto contra aquellos cobardes desertores del deber cvico, porque el clero ha llegado poderse mofar de las amenazas del Csar impotente. Y cuando el imperio se derrumbar por ltimo al empuje de los brbaros, la sola fuerza que permanecer erguida y en pi, ser la Iglesia y su vigorosa organization. No es este el lugar de referir la manera como la fuerza moral domino la fuerza bruta y como supo, en el pacto que se celebr entire ellas, adjudicarse la parte mejor. Entonces hubo en- tre el clero hombres notables y caracteres nobilsimos. Nos bastar citar los obispos Remi de Reims, German de Au- xerre, Lupo de Troyes, Eucher de Lyon, Sidamio Apoli- nario de Clermont, Mamerto de Vienne, Hilario de Arls y otros; pero al trazar la historic de la Iglesia hay que mani- festar todo lo que debe rebajarse de los elogios que el clero de aquella poca ha escrito sobre s mismo. Losreyes merovingios, Chilperico yDagoberto, entire otros, no cesan de lamentar su codicia insaciable. Las mismas leyes espa- olas son un padron de ignominia para ese clero que pre- dica todas las virtudes los dems, mientras que l se hace merecedor de que se les eche en cara en los Cdigos su intemperancia carnal manifestada en las barraganas, su co- dicia insaciable en las disposiciones que tienden poner cortapisa sus usurpaciones y sus inauditos crmenes y monstruosidades en los autos de f que la misma Inquisi- cion debia ejecutar contra sus miembros. Qu servia sin embargo los monarcas quejarse y las leyes establecer normas y penas y al tribunal del Santo Oficio sus sangrien- tas ejecuciones? Nada. El clero es una casta y es condition peculiar de las castas, invadir, abusar, enriquecerse siem- pre, como institution permanent, con los despojos de las generaciones que pasan. Pero, h aqu que en Francia so- brevienen los carlovingios y su quimrico imperio. Necesita Crlos Martel un ejrcito, y como no tiene sueldos que ofrecer sus guerreros, les abandon el fruto de los bene- ficios eclesisticos. Su hijo se v precisado hacerse ab- solver de tal usurpacion por el poder religioso, y para con- seguirlo trasforma un pobre monje servidor del Seor, en el mas poderoso prncipe de la cristiandad. El papa es rey; los obispos son condes y barones. Uno lleva double tiara, en tanto que los otros ostentan double corona. Y de qu manera son elegidos? de dnde nace su podero? En Roma son dos clebres cortesanas, durante sesenta aos, las que dirigen toda la trama y crean los vicarios de Jesu- cristo. La sociedad religiosa se amolda en un todo la so- ciedad civil. Arriba el orgullo, la ambicion, la doblez, la hipocresa, el poder y la opulencia; abajo la servidumbre, la ignorancia y la miseria. El clero inferior se halla al nivel de sus fieles. Pero qu decimos clero inferior? Ya este ha desaparecido. Obispos y monjes han monopolizado todos los beneficios y las parroquias han quedado infructferas. Para servirlas ha tenido qne echarse mano en los conven- tos de algunos monjes que se prestan ello de mala vo- luntad, toda vez que el convento retiene para s los diez- mos y deja solo la portion congrua los regents de los curatos. Nada hay exagerado en toda esta pintura, que es la verdadera del clero, al abrirse el period de la Edad Media. Para el que dude reproducimos el siguiente cuadro del clero en el siglo xi, trazado de mano maestra por el conde de Lanjuinais, Par de Francia, en tiempo de la Res- tauracion y de ideas religiosas y ultramontanas. Dice as: "La dominacion del clero establecise en favor de la est- pida ignorancia, de los errors, de los desrdenes de todo gnero y de las mas increibles supersticiones. Reinaba en- tonces la anarqua en el Estado y en la Iglesia: por do quiera, en las costumbres pblicas, opresion y atrocidades; en las costumbres privadas, la mas repugnante licencia. La civilizacion retrocedia hcia la barbarie, el pueblo era la madera de que podia cortarse y disponerse para todas las servidumbres y su sangre no valia lo que el agua; se pen- saba de l lo que ha dicho un prelado: los holmbres no valen la pena de ocuparme en la mejora del rden social; en el r- den religioso, el rgimen spiritual era trocado en gobier- no de las cosas de la tierra. La- Falsas Decretales habian producido otras verdaderas que trastornaron la verdadera discipline de la Iglesia. El papa se habia convertido en rey de reyes y obispo de los obispos. Creaba reinos, deponia y alzaba reyes y se erigia en juez de los asuntos profanos difciles, en lo criminal y en lo civil. Declarse en concilio ecumnico seor feudal de todos los obispos y dispensador de todas las dignidades eclesisticas. Escomulgaba los reyes y pona en entredicho los reinos enteros. Los le- gados emisarios del papa gobernaban los monarcas, seores y prelados todos y gravaban los pueblos con le- vas y tributos. Los obispos y dems prelados se habian constituido en jueces contenciosos de los pecados y los juzgaban pomposamente encaramados en las alturas de un tribunal que habian rodeado con el mayor aparato judicial. Alejandro III introdujo en los tribunales el instrument abusivo de las monitorias. Con la'jerga y argucias del esco- lasticismo justificbanse todos los escesos: la persecucion de los judos, las cruzadas, los horrores de la Inquisicion y la mas perniciosa extension de los impedimentos dirimentes del matrimonio. Hacinse bastardos los hijos legtimos y se multiplicaban las turbulencias y guerras civiles. En me- dio de estos asquerosos escesos, principibase el trfico de las indulgencias; se lavaban los pecados y los crmenes me- diante las multas beneficio de los prelados y la fiesta de los Locos y la del Asno, deshonraban los templos cristia- nos. i Oh ignorancia! i oh barbarie feudal! cuntos males habeis causado!"- A pesar de los escndalos religiosos, pesar de esas sangrientas torpezas, pesar de esos prodi- gios de error y farisaismo, es innegable que la Iglesia ha sido la madre amantadora de los pueblos y en que nuestro siglo ignorante y perverso, que se revuelve contra la que le nutri y la llena de amargura, le debe su education y sus adelantos (!!). H aqu lo que se lee todos los dias en las pastorales y homilas de los prelados, en los innumerables libros piadosos que el clero pone al alcance de las'gentes sin discernimiento, y hasta en algunas elucubraciones de ciertos filsofos pseudo-religiosos, asaz prudentes para no habrselas con los poderosos. Cierto es que estamosmuyljos de pretender que el clero de nuestros das debe equipararse