CLE DDIccioi4aBIo EICICL0PDIC0 DE LA MASBOIMB le tender, lo cual permit dar por supuesto que l era el pri- mero que no las entendiese much. Si alguno de los doce hubiera debido erigirse en jefe de los dems, tocaba prefe- rentemente este puesto al discpulo querido, que no aban- don al Maestro en el trance fatal y que adems tuvo la habilidad de escribir sus anales. Pero entire todos habia igual rivalidad de celo. Dividironse los paises y fuse cada uno quien Oriente, quien Occidente, fundar socieda- des , como diramos hoy, fundar Logias independientes. Pedro por se parte adjudicse la Persia y march Babi- lonia. Hasta la election de su apostolado no espresa idea alguna de domination, puesto que Babilonia distaba much de ser el centro de aquel mundo. Mejor inspirado estuvo el doctor Pablo, que fu derecho Roma, y por todo su paso en Galacia, en Tesalnica, en Efeso, en Corinto ech los cimientos de una verdadera organization. Quin era sacerdote en aquel entonces? Todo el mundo. Sacerdote quiere decir anciano y nada mas. Vemos que los apstoles instituan discpulos por la imposicion de manos, y que s- tos, su vez, procedian por otras afiliaciones. As fu ini- ciado Pablo por un discpulo llamado Ananas; mas la ver- dadera investidura consista en la election popular. Qu dicen los mismos apstoles al pueblo? "Escoged de entire vosotros siete hombres de reconocida probidad, llenos de Espritu Santo y sabidura, los cuales encomendemos nosotros el ministerio." 0 hay que renunciar entender una sola palabra de la Sagrada Escritura, hay que reco- nocer absolutamente que la actual constitution de la Igle- sia es radicalmente contraria al principio fundamental de su origen. Nadie ignora que durante dilatados siglos, obis- pos y clrigos han sido elegidos por los fieles, mas no es esto todo: en la poca de las persecuciones se hizo obispo y sacerdote todo el que quiso. Bastaba para ello un poco de instruction y un gran celo, y los creyentes, edificados, los admitian sin cuidar de las formalidades de la ordena- cion. La igualdad, la election, h aqu las primeras bases de las Iglesias cristianas. La jerarqua y la supremacia de los obispos se estableci lentamente. Estos funcionarios su- periores no fueron primeramente mas que simples inspec- tores vigilantes. La extension de la doctrine y la necesi- dad de prevenir los conflicts, crearon naturalmente las circunscripciones, y al hacerlo se adoptaron, naturalmente, las divisions administrativas. Poco poco, el sacerdote de una ciudad important, se elev por encima de sus colegas establecidos en simples lugares. El obispo de una metr- poli subordin su vez los obispos menos favorecidos por la suerte. Las capitals de provincia llegaron ser la resi- dencia de los primados patriarcas, existiendo tres pa- triarcados: Antioqua, Alejandra y Roma. En tanto que la doctrine no hubo conquistado el imperio de los csares, el obispo de Roma lo hubiera tenido mal para imponer su autoridad sus colegas de Oriente; mas iqu decimos! ja- mas lo ha logrado y es mas que dudoso que nunca lo logre. Los tres siglos de persecuciones fueron los tiempos heri- cos de la Iglesia. Las sencillas creencias de los fieles habian quedado libres de toda liga supersticiosa. Su f era cimen- tada por la la sangre de los mrtires. En cuanto al clero, salido directamente de la masa del pueblo, estaba inspirado por toda la f de ste, alumbrada por los rayos de la filoso- fa. Es la poca de los doctors, de los grandes obispos y de los profundos pensadores los cuales apenas principian turbar las sutilidades escolsticas. Mas la oscuridad de la primitive doctrine y la libre interpretation de los textos, deban necesariamente crear no pocas divergencias. En aquel entonces vironse sabios tales como Tertuliano, Or- genes, Arrio, Nestorio, Eutyquio y otros, esforzarse intil- mente en conciliar las enseanzas dogmticas con la razon filosfica. Se dispute sobre el pecado original, la esencia, el origen y la generation de las almas, sobre el double prin- cipio del bien y del mal, sobre la naturaleza de la divini- dad, la triplicidad de personas y unidad de sustancia y sobre la transfiguracion y transubfiguracion antes de es- traviarse mas todava en las tinieblas de la gracia eficiente, de la presciencia y del libre arbitrio. La moral evanglica nada hubiera sufrido con tales disquisiciones dogmticas, as como nada sufre hoy con los centenares de variaciones del protestantismo; pero como cuerpo poltico, la Iglesia no hubiera adquirido consistencia, si no hubiese sacado de su propio seno una autoridad soberana inapelable. Esta autoridad fueron los concilios. Estas asambleas fueron arre- batando al pueblo poco poco toda intervention en los negocios comunes y se arrogaron el derecho esclusivo de interpreter las Escrituras y fijar las creencias. En cuanto la constitution poltica y civil del clero, San Clemente de Roma, San Ignacio, San Polioarpo,. San Cipriano y otros obispos establecieron la jerarqua, despojando los implies curas de toda autoridad eficaz sobre los fieles. Hasta en- tonces obispos y curas, salidos todos de un mismo origen, ejercian iguales funciones y parecian revestidos de un mismo carcter; pero luego establecironse dos rdenes distintas: el clero -sperior en que formaban los papas, pa- triarcas, metropolitanos, obispos exarcas, arciprestes y archidiconos; luego el clero inferior compuesto de los sim- ples curas, los diconos, subdiconos, lectores, asistentes y otros clrigos necesarios para la multiplicidad de funcio- nes. De uno otro rden era grande la distancia y sus dife- rencias muy marcadas. As, el obispo ordenaba al sacerdote y formaba parte del consejo general de la Iglesia, del cual era escluido el simple pastor. Por su parte ste se hallaba investido del derecho de consagracion que posea en comun con sus superiores, pero el dicono y los dems asesores no podian ejercer mas que funciones secundarias. Asi se iba constituyendo, como en las castas orientales, una sabia je- rarqua, complicada, y destinada ser con el tiempo una abrumadora mquina de opresion. Cuanto mas se aleja uno de la cuna de la Iglesia, mas se aproxima las antiguas castas sacerdotales, de las cuales parecen ser herederos di- rectos los buenos seores obispos. Al contemplar, hoy so- bre todo, la diferencia de condition entire el misero prroco de una aldea y su opulento soberano, apenas puede creerse que hayan recibido ambos igual mission y que sirvan un mismo Dios. Atacar, critical tan solo la jurisdiccion desp- tica de los obispos, seria en nuestros dias una impiedad y casi un sacrilegio. Qu dicen, sin embargo, las autoridades de la Iglesia? Oigamos por de pronto Santo Toms: "An- tes, dice, no se diferenciaban con nombres distintos los obispos y los sacerdotes. Aquellos eran llamados obispos nada mas que porque estaban encargados de la vigilancia general, pero todos tenian igual carcter divino." El sabio Padre Thomasino es todava mas esplicito: "En su epstola Timoteo, dice, el Apstol nos ensea bien que los obispos son los jueces soberanos de los clrigos: pero el mismo nombre y carcter de los jueces nos permiten esperar que sern nada mas que jueces y no jefes y que todo ser so- metido la justicia y nada al capricho, nada al inters, nada la voluntad por mas razonable que pueda ser. El Apstol ha dado, pues, los obispos un poder soberano so- bre los clrigos, pero de una soberana temperada por las leyes y reglas dejusticia. Los obispos podrn, pues. juzgar los curas, pero no ejercer una dmninacion. Y mas ade- lante se espresa en estos trminos: "Sea cual fuere el color dado la question de la amovilidad de los diversos titula- res eclesisticos para hacerla mas agradable y aparentarla mas ventajosa los obispos, los cuales da un imperio ab- soluto y en cierto modo superior las leyes y los cno- nes mismos, si se consideran las cosas de mas cerca y si se penetra en la discipline de los antiguos cnones, se encon- trar que la doctrine opuesta es la mas verdadera y que da los obispos una autoridad tanto mas grande cuanto mas firme sea; y tanto mas firme cuanto mas dulce: y tanto mas just cuanto mas se base sobre las leyes." La grave cues- tion de discipline que el Padre Thomasino trata de esta manera, ya se habia suscitado en un principio por la into- lerancia de los obispos y tal vez tambien por las costum- bres del clero inferior, que no siempre eran ejemplares. Hor- migueaban, en efecto, alrededor de los presbteros, las vrgenes y diaconisas; y estas vestales del cristianismo debe creerse que no siempre se entregaban eselusivamente al culto del Seor. Despues de haber agotado intilmente el procedimiento de las reprensiones, los obispos apelaron otras armas de mayor eficacia: en virtud de la mxima Illius est destituere cujus est instituere, empezaron des- tituir los simples clrigos, sin forma alguna de process. Indudablemente habia en tal procedimiento abuso de po- der porque, ante todo, no es cierto que el derecho de ins- tituir implique el de destituir. Cada dia en el rden polti- co, cuyas reglas deben ser no obstante mas rigurosas, un jefe de Estado, depositario del poder pblico, institute magistrados inamovibles que no puede separar de sus fun- ciones, salvo el caso de delincuencia. Pero, por otra parte, era completamente verdad que los clrigos tuviesen sola- mente de los obispos su ministerio? Qu importabala cola- cion del ttulo? Acaso el verdadero origen del poder no era la election popular por encima de la ordenacion episcopal? Romper la election del pueblo no era acaso el preludio de usurpaciones mas osadas y repugnantes? Sin duda que la inamovilidad del sacerdote no era absoluta- las costumbres desenvueltas, una conduct escandalosa, las predicaciones heterodoxas y anrquicas debian ser motivo de medi- das several, contra las cuales no caba amparo algno de