ENRIQUE A. LAGUERRE Qu duda cabe, pongamos por caso, que esas ins- tituciones seran buenos sitios para los espectculos p- blicos en donde los grupos de teatro, los de baile o los de msica tendran orgullo en exhibir sus naturales habilidades. Una casa cerrada, donde se huelga en un patio reducido, o donde slo se come, se va a la escue- la o se duerme, no ofrece estmulos a los nios que la habitan. Con la organizacin de esos grupos artsticos se mejorara notablemente la discipline y se fomenta- ra el amor a la casa. Estoy seguro que gentes como Angeles Cadilla y Francisco Arriv y Augusto Rodr- guez estaran en disposicin de ofrecer su ayuda en favor de la organizacin de estos grupos. Pero debo volver al tema de las escuelas de msica. Debo particularizar. Estuve a ver la Escuela de Piano Ti-Cadilla de Ro Piedras. En seguida se pone uno en contact con los aspects ms ntimamente humans de estas escuelas. Est dirigido por el seor Ti y su seo- ra esposa Mara de los Angeles Cadilla. El est ocupado en una leccin en este moment y hablo mayormente con ella. Me dice con segura conviccin: "Ensear a un nio, por much talent que tenga, es una tarea delicadsima. Hay que estar siempre alertas, para no malograr a quien promete y dar todo lo que una pueda al que as lo desea". Ms adelante agrega: "Ni siquie- ra estoy hablando ahora de la msica que hemos de en- searle. La msica se le ha de ensear a un manojo de nervios y de msculos y a un espritu con ciertas gradacion,-s de rec epcin artstica. No debe okidarse