LAS ESCUELAS DE MUSIC Recuerdo que, de muchacho, cuando pasaba de la escuela a casa por la calle Betances en Aguadilla, me llamaba la atencin el ensayo que los juveniles msi- cos hacan en casa de don Pepe Lequerica. Don Pepe, maestro de don Jess Figueroa, era ya un hombre de bastante edad, de mirada penetrante, gesto a la par bondadoso e imperioso, movimientos tardos; general- mente vesta de negro y usaba una corbata de finos lazos. Don Pepe fue maestro de muchas generaciones de msicos en Aguadilla, cuando haba bandas munici- pales que tocaban retretas en la plaza pblica y abran, con una diana, las fiestas patronales. Don Pepe fue, l solo, una institucin aguadillana. En su escuela de msica se enseaban todos los instruments y cuando algn novel msico desafinaba se oa la voz director de don Pepe llamando a orden. Desde entonces, desde que era un muchacho, me he dado cuenta de la funcin educativa de las escuelas de msica. Recuerdo, asimismo, a las maestras de piano, rodeadas de media docena de muchachas que