ENRIQUE A. LAGUERRE Yo no creo que el excesivo celo regionalista, a puer- tas cerradas, salve a ningn pas. Es ms, creo que la mejor manera de asegurar una nacionalidad cual- quiera es tratar de traer todo lo bueno que hay fuera. Pero no debemos exponernos a correr el riesgo de desarraigarnos, de ser flotantes sobre nuestra tierra, como esos muiecos inflados de Macv del Da de Gra- cias en Nueva York. Fui expresamente a Ponce a ver el mural de Ros Rey. No es un fresco. Es un leo sobre tela, hecho ma- yormente a punta de brocha, con efecto pulverizador. El pintor no ha usado pintura blanca, el color natural de la tela da la luz, los claros. A ver, qu tiene que decirme Rafael Ros Rey? Qu motivos hay tras de ese mural? -Estos industriales progresistas que son los Ferr me pidieron unos murales para la entrada de sus ta- lleres y para el club de los obreros. Era suficiente para trabajar a gusto. Lo comprendo yo as. Rafael Ros Rey, artist, pon- cefio, hijo del pueblo, se siente bien cuando pinta para el obrero. Y ha pintado para el pueblo. El tema es Ponce. Y por ser Ponce el tema, el tema es Puerto Rico. El mural del club de los obreros, sin dejar de ser una tira vital de Ponce, es tambin una tira vital de Puer- to Rico. Basta ver esas Fiestas de Cruz, esos tipos ca- llejeros, esos verdes, ese mar, esa casa montada sobre estacas, esa madona criolla con un nio en los brazos y con el vientre recrecido...