ENRIQUE A. LAGUERRE Puede ser, por ejemplo, que nuestra creacin -en las artes, en la literatura- sea de segundo, tercer y hasta quinto o sexto orden, pero para nosotros debe ser motivo de studio asiduo y examen, sin que por ello olvidemos el studio de las obras de creacin maestras del mundo entero. Creer que se pierde tiempo estudiando las sencillas cosas nuestras es colocarse en un extremo de peligroso "universalismo"; eso es tan perjudicial a nosotros como el otro extremo de career que no se debe mirar ms all del campanario de aldea. Jams se consiguieron la estabilidad y la confianza colectivas con actitudes snobistas. No en balde en Espaa se le concede tanta importancia, en el ambiente galicista del siglo dieciocho, a un autor mediocrsimo, ,de quinto o sexto orden, como Ramn de la Cruz. A nosotros nos ha faltado estimular, crticamente, la confianza en nosotros mismos. Por eso, entire nosotros tiene proslitos influyentes ese universalismo flotante y fantasioso. Muchas de las obras de creacin universa- les, que hoy se consideran obras maestras, tienen mu- cho tiempo y much crtica encima y han acumulado much mito y much leyenda; es esto lo que general- mente deslumbra a la gente. Sin dejar de comprender que alguna gente tiene la tendencia a pretender entender lk, que no entiende o entiende a medias. Se cuenta de una muchacha que recibi de regalo un cuadro cubista y lo encontr tan maravilloso y tuvo para l tantos elogios ante sus amigos, que decidi colgarlo en la oficina. Cuando vino a visitarla el autor del cuadro tuvo que corregir un pequeo detalle, lo haban colgado al revs.