PULSO DE PUERTO RICO pocos afcionados en el mundo de la tradicin espao- la. Nosotros los puertorriqueos, que tan aficionados so- mos de los deportes, no practicamos este con tanta pro- fusin; es ms, a veces somos algo solemnes. A veces, de ese delicioso juego de palabras sale algn humorista, como Canales, entire nosotros. Lo malo es hacer juego de palabras con pretencin de seriedad. Con todo el respeto que le tengo a la obra de Unamuno, no dejo de career que ech a perder muchas ideas por ese inveterado empeo suyo de jugar con las palabras. Dar ms importancia a la palabra que a las ideas que ella tratan de encarnar no me parece bien. Quin sabe es cuestin de gusto personal, pero no aprecio las expresiones en donde se nota un desmedido esfuerzo por ocultar ideas. Ni me gusta eso ni aprecio las bobe- ras intencionadas, aunque se hagan a nombre del arte. Con todo el valor artstico que tiene la obra de Gngora, este no es santo de mi devocin, ni lo es tam- poco Rubn Daro, pese a ese tan elogiado preciosismo suyo. Prefiero, con much, a Jorge Manrique, a Bc- quer o a Machado. Sobre todo, a Machado. No se me diga que son diferentes y que no se puede decir nada. Yo digo. Y tengo mi razn poderosa. En Machado la lengua no es un juego malabar; es, sencillamente, un vehculo de alta y profunda expresin. Que no hay diferencia? Ya lo creo que s la hay. Precisamente a causa de ese purismo de momias no se hispanizan algunas palabras extranjeras y en conse- cuencia se ve obligado el hablante a usar el pleonasmo que es ciertamente desagradable. Mientras ms sntesis