ENRIQUE A. LAGUERRE de La carreta, tiene muchos altibajos de caracterizacin y hasta carece de continuidad expresiva. A esto hay que agregar que no tiene La Carreta el orquestal des- arrollo dramtico que hallamos en una obra como Tiempo muerto. La carreta es una buena obra en bru- to, algo improvisada, con un caudal de escenas costum- bristas, algunas de ellas de pegote, que pudieran elimi- narse y reducir la obra por lo menos en una hora. En este sentido, aparece La carreta ms novelesca que tea- tral, mns documental que dramtica. Carece, pues, de sntesis. Quiere decir demasiadas cosas y acumula de- masiadas insinuaciones sin continuidad. Pese a los esfuerzos del autor, no se logra una atms- fera potica en La carreta. Las referencias ms o me- nos poticas al mar salen sin naturalidad. No as en lo que se refiere a la montaa, que salen frescas y agra- dables. Tiene otras frases de buen efecto esttico como cuando dice que en Nueva York el cielo se avergenza de mostrarse azul, aun cuando el sentido potico de la frase se ve algo enturbiado por sus implicaciones pol- ticas y sociales. Pero sin duda alguna, es el lenguaje lo ms efectivo en La carre.ta. Es vigorosamente expresivo la mayor parte de las veces y, por moments, el dilogo es gil y vivo. Viene salpicado de palabras tabs y de palabras regionalistas. El audaz uso de palabras tabs saca de quicio a los espectadores, y es este uno de los ms sor- prendente efectos de La carreta. Pero es un efecto pu- ramente exterior, un alarde de verismo que me parece