ENRIQUE A. LAGUERRE Ojal hubiese algo similar entire nosotros. El teatro rodante universitario es algo diferente de lo que vi en M- xico. Sin duda alguna el teatro de carpa, con sus tteres, sus guignoles y su improvisado tinglado, est ms cerca del pueblo. De ello me di cuenta cuando vi represen- taciones en pueblitos de los alrededores de Uruapan y Ptzcuaro, en el interior del estado de Michoacn en Mxico. Los tteres y los guignoles atraen el inters de las gentes del pueblo. Es un magnfico medio para poner en funcin la educacin fundamental. Para es- tas gentes el cine no pasa de diversion y nunca es un medio educativo eficaz. Los guignoles y los tteres se prestan para hacer representaciones en que la audien- cia tome parte. Hay que ver cmo gozan esta clase de espectculo. Una vez en Puerto Rico hubo un pe- queo circo rural de tteres y comedies bufas. Hace poco tuve noticias de que el joven actor Andrs Qui- ones ensaya teatro de guignoles. Una de nuestras fallas de pueblo consiste en que- rer hacerlo todo en grande. As somos, tanto en lo in- dividual como en lo colectivo. El tal vez inconciente deseo de convertir a Puerto Rico en un gran scenario, quiz porque estamos imprudentemente concientes de nuestra pequefez territorial, nos ha hecho bastantes aparatosos y amigos de complejidades. Una participa- cin modest, aunque bien dirigida, en la civilizacin actual sera de ms provecho para nosotros y para las gentes a quienes queremos servir. Dentro de las circunstancias, el teatro ha tenido un cultivo bastante amplio en Puerto Rico desde 1935 hacia ac. Y lo mejor, repito, es que nos hemos salido