ENRIQUE A. LAGUERRE Si en sus versos Ester se limitara a rimar experien- cias infantiles -que en much de la llamada poesa infantil se ven con ojos de adulto- su poesa sera sim- ple. Y la simpleza despoetiza. Ella, de una tontada, hace poesa, como sucede en Cuento de oro; Coqu, coqu o en Luna de azcar. En Porompompn el atractivo est en su carcter jitanjafrico, siempre del gusto infantil porque apela a lo auditivo. Adems de las caracterstica ya sealadas hay otras que el maestro debe tener en cuenta. Y decimos que "el maestro debe tener en cuenta" porque todo ello le con- ducir a trasmitir mejor esta poesa infantil. El maes- tro ha de estar bien enterado del contenido y las su- gestiones de la poesa para leer con la debida entona- cin -nadie lee bien lo que no entiende-, sobre todo, para poder estimular las preguntas y comentarios de los nios. No han de perderse de vista la vision de cam- po y paisaje que hay en estos versos, lo puertorriqueo y criollo, el sabor a cuento viejo, la humanizacin y el animismo. Ester trae un paisaje nio a su poesa infantil, que no por ser nio deja de ser menos puertorriqueo. En Porompompn, pongamos por caso, el campo verde es puro circo para el saltamontes, "payasito bailarn". Y mientras ejecuta sus saltos de circo el gil saltamontes, la onomatopeya y la repeticin ofrecen los motivos mu- sicales, msica de percusin lo de porompompn y mI- ica de cuerdas -impresin- lo de verde, verde, verde, sinfona en verde mayor de nuestros campos, reducidos, por magia potica, a un circo.