PULSO DE PUERTO RICO Y desapareci como para nosotros vivi en los ltimos aos de su vida: en el anonimato. Cay inconsciente, en una de las calls de la gran ciudad, nadie pudo iden- tificarla, muri en el hospital, fu enterrada en una tumba annima. Parece uno de los casos corrientes de los poetas malditos del siglo diecinueve, los romnticos, los simbolistas, los decadentistas, aquellos poetas que se se dejaban morir sin remedio y moran jvenes, en la miseria y el abandon: los Espronceda, los Larra, los Bcquer, los Poe, los Gauthier, los Nerval, los Verlaine, los Silva. Los que vivieron, de una u otra forma, el "mal del siglo" de entonces. Vivi Julia el "mal del siglo" nuestro? Vivi ella la angustia existencial que nos han trado la lucha y la agona de este siglo? Ella no pos de angustiada, como han posado y posan tantos en nuestros das, sino que la angustia estaba arraigada en su propio ser. Recuer- do aquellos jvenes existencialistas, seguidores de Sar- tre, que vea en algunos lugares de Quarter Latin de Pars -Boulevard St. Michel, Boulevard St. Germain-, con su existencialismo exterior, en su ropa y en sus actitudes. No, eso no era Julia de Burgos, tan vitalmen- te perturbada, de cuyo total de caos y angustia, slo pareca salvarse su libertad individual. Pero Julia de Burgos no fu nunca, ni quiso serlo, espectculo obliga- do para turistas, como esos tipos, adeptos de Sartre, que en St. Germain de Prs exhiban su indumentaria estra- falaria, sus largas melenas y el desafo a las conven- ciones comunes. Ella luch por vivir, por s misma, su propia vida individual.