ENRIQUE A. LAGUERRE Caracterstica relevant de esta alocucin admonito- ria al poeta Calandrino es la irnica y casi vulgar mencin de la gelatina, la mermeleda, y otras "cadas de expresin" francamente intencionadas, puestas ah con el fin de desacreditar el "cementerio de retrica". Expone ah De Diego sus ideas sobre esttica -"la poe- sa debe scr fuente pletrica de verdad, de pasin y de belleza", dice--, pero, por la mismo que trata l de normalizar su propia esttica, no me gusta la epstola. Apenas puedo explicar lo que me pasa con Lota y Las quimeras, que no me traen un mensaje pleno. Tal vez demasiado intelectualismo, por lo que siento alguna aversin, y por lo que no tolero gran cosa a Gngora, a T. S. Eliot, a Sor Juana Ins de la Cruz, a Joyce y a otros escritores contemporneos. No creo much en la expresin que se parezca a un huevo, yema y galladura dentro de un cascarn, o que, por comerse la yema, tenga uno que comerse la galladura tambin, destro- zando el germen de vida natural. A la persona ,dema- siado intellectual como que no le interest la galladura tanto como le interest la alimentacin de su propio ego, l mismo yema y galladura dentro de un cascarn. Teniendo en cuenta la brevedad de este trabajo, ya he dicho bastante sobre la Epstola al alcatraz, crtica a la conduct humana, angustia por la prdida de la libertad, y dicho todo en un estilo entire solemne y burln, en una atmsfera de inquietante inestabilidad humana. En la Epstola sobre la muerte de don Marcelino trae De Diego un tema parecido al que Machado trae sobre la muerte de don Guido, pero es muy distinto el trata-