ENRIQUE A. LAGUERRE es parte de la angustia vital de este poeta que no pocas veces acaba por rerse de s mismo, como hace en la Epstola al alcatraz del parque. Me parece que De Die- go quiere hasta lapidar a los mojigatos con guijas de hirientes esdrjulos que caen de sus epstolas como llu- via de minsculos aerolitos. La palabra mostrencas, desde el propio ttulo del li- bro, es ya una elocuente seal de la actitud del poeta. Nos quiere decir que "carecen de dueo conocido". La palabra puede tambin ser seal de la propia actitud del hombre que es De Diego Padr, en el fondo ene- migo de ataduras: su angustia le viene, precisamente, de tenerlas muy a su pesar porque se las ha impuesto la vida de todos los das y la rbita vital, pero, qu ex- presiones de libertad hay en la Epstola de ms all del poniente! Por otro lado, no dudo que De Diego haya usado la palabra mostrenca, consciente o inconscientemente, con sentido irnico de "tardo de discurrir o aprender" y hasta con el sentido de lo "gordo y lo pesado", que su intencin es, a menudo sangrigorda. Pero todo eso es parte de la intencin personal del poeta, y es todo eso, junto lo que da a las epstolas mostrencas ese sello de fuerte personalidad, una personalidad que ha recogido ex- periencias bblicas, judaicas, helnicas contemporneas, y se debate en la angustia por explicarse a s mismo sin llegar a career nunca que todo es puro deterioro porque su propia consciencia es consciencia de todo lo creado. Es significativo observer que el signo ms present en estas epstolas de De Diego es el crculo, la rbita, en