ENRIQUE A. LAGUERRE personal de ella y de otros personajes, ella y ellos res- ponden al propsito que me impuse al escribir Los de- dos de la mano. Y mi propsito respondi, es verdad, a uno de los muchos problems sociales que aqu tene- mos y que no necesariamente puedan resolverse ponien- do en prctica nuevos dogmas agregados a los que ya hay o sustituyendo estos por aquellos, que es lo que pretend el crtico de Asomante. .El problema de la protagonista de Los dedos de la mano es el problema de miles de nios sometidos a una tortura angustiosa que ha de llevarlos a una adul- tez descentrada. Puede que algunas de las circunstan- cias en la vida de Lucrecia sean distintas a las circuns- tancias en la vida de otros, pero el caso se repite por miles, millones en Puerto Rico, en el mundo entero. Ese caso tan repetido, que est aqu, en el seno del hogar; all, en el hogar vecino, en todas parties, es el caso que interest al novelist de Los dedos de la mano. El crtico de anteojeras propone reverter las situaciones. pero el novelist quiso que fuera como es, quiso ver a los lados tambin y no quiso usar las anteojeras que proporcionan ciertos dogmas que no pocas veces se exhiben para ocultar otros problems ms personales. Por fuerza de ser dogmtico, no va a pretender el cr- tico de Asomante "purgar" mi actitud frente a un pro- blema tan serio como el que se plantea en Los dedos de la mano.