ENRIQUE A. LAGUERRE bin se me figure intolerable la crtica de anteojera que, como en el caso de las guarniciones de las caballeras de tiro, no permit que los ojos vean por los lados. Me dirn que es mejor ver de frente, hacia el frente, y posi- blemente sea as para personas que quieran ignorar que le que ocurre a los lados afecta todo lo que ocurre hacia el frente. Hace tiempo que me parecen pura retrica esas expresiones como vanguardia, atalaya, torres, ade- lante, siempre adelante. Prefiero ocuparme de las ta- reas inconclusas de retaguardia y de lado. Quien escri- bi la crtica en Asomante responded a un dogma que le obliga a hacer crtica de anteojera. Al escribir Los dedos de la mano no me interest el dogma marxista que interest al autor de la menciona- da crtica. Pasando por alto toda alusin. personal, quie- ro explicar, ligeramente, qu me condujo a escribir Los dedos de la mano, novela que es continuacin de La resaca. Precisa, pues, tener una idea abarcadora de la triloga -con una novela por escribirse- para en- juiciar debidamente a cada una en particular, aparte, claro est, de toda idea dogmtica. Como La resaca se desarrolla en el ltimo tercio del Siglo XIX y Los dedos de la mano es continuacin de aquella, era natural que se desarrollara en la poca que se desarroll el partido socialist de Puerto Rico que, en Los dedos de la mano, no es el tema central, sino ms bien el fondo histrico y las circunstancias que tienen influencia ms o menos viva en la conduct de los personajes. Me interest ms la conduct individual que, despus de todo, no deja de ser reflejo, en mu-