ENRIQUE A. LAGUERRE se haba extendido por el mundo, y su filiacin krausista coincide con las filiaciones ideolgicas reformistas del grupo liberal de espaoles de la segunda mitad del siglo 19. La lucha de reformistas y tradicionalistas se haca ardua. En Espaa, por ejemplo, mientras Giner de los Ros y su grupo luchaba por las reforms sociales, dentro del ideario krausista, Menndez Pelayo y los ortodoxos se mantenan en su raya tradicionalista. Ambos movimien- tos se encuentran, en extraa aleacin, en la genera- cin del 98. Esa lucha a lo largo de la segunda mitad del siglo 19 es la que provoca el espritu del 98. En Puerto Rico haba algo por el estilo, dentro de una situacin colonial. En lo politico, el incondiciona- lismo frente al autonomismo y el asimilismo reformista. Frente a los Baldorioty, Ruiz Belvis, Muoz Rivera y otros, los Sanz, Palacio, Ubarri. Nuestros escritores pro- pulsan el progresismo y la reform: lo notamos en Tapia, Alonso, Zeno. Me parece que si alguna figure del siglo 19 se merece un homenaje de las mujeres de Puerto Rico, ese es Tapia, porque sus alegatos en favor de la mujer en Pstumo el envirginiado, son im- presionantes. Dudo que en el mundo hispano del siglo 19 haya una stira en favor del liberalism mejor que Postumo el transmigrado. Y Alonso perteneca a ese grupo de impulsores del progresismo de la segunda mitad del siglo 19. Esa fe en la educacin de Alonso y la gente puertorriquea de su generacin inicia con primigenio vigor el ansia de saber que tanta amplitud ha tomado en Puerto Rico