PULSO DE PUERTO RICO lares. Ellas son parte de ese conjunto disperso de ser- vicios educativos que, reorientados, podran rendir ms provecho. Con el crecimiento continue de la escuela pblica, la instruccin a adults, la ampliacin de servicios educa- tivos departamentales, la alfabetizacin de las muche- dumbres, el desarrollo de las bibliotecas cobra mayor in- ters. Hay muy pocas bibliotecas pblicas en Puerto Rico: siete u ocho, la mayor parte de ellas con escasa existen- cia de libros. Salvo la Biblioteca Carnegie y la Pblica de Ponce, las dems, son pequeas y estn, generalmente, mal atendidas. La mayora de las bibliotecas son escolares -casi un centenar-. Tampoco disponen de muchos libros. La biblioteca mayor de la Isla es la de la Universi- dad, pero no son muy amplios sus propsitos. En resu- men, que nos hacen falta ms y mejores bibliotecas, por lo menos una biblioteca pblica en cada uno de los pueblos de la Isla. Las bibliotecas rodantes, ya puestas a funcionar por Educacin, son una magnfica idea. Precisa tener en cuenta la situacin social de los grupos, hacer plan de compra a base de esas situaciones de gru- po, no olvidar que la educacin es un movimiento con- tinuo. Es plausible el que se les ensee las primeras letras a las gentes analfabetas, pero es tambin plausible el que se les proporcione oportunidades para ensanchar sus co- nocimientos. El captulo XX del libro del Consejo Superior de En- seanza, Educacin de adults, nos da a conocer unos ci.antos datos reveladores y, lo que es ms important, propone oportunos remedios a la situacin precaria de