ENRIQUE A. LAGUERRE los problems que mueven a esas circunstancias son tan graves aqu como en cualquier pas del mundo, por poderoso que este sea. Nuestra Universidad es joven, muy joven todava. Quin sabe, de vez en cuando asuma actitudes como la del joven catedrtico; quin sabe estemos tan orgullosos de la expansion fsica de nuestra Universidad que ya nos creamos que podemos desentendernos de nosotros mismos para tender al mundo. Recuerdo la primera vez que vine a la Universidad, una universidad pobre, con privilegios para unos pocos, llena de mtodos trans- plantados; una universidad que se estaba autohaciendo. Su progress material y acadmico de los ltimos aos ha sido extraordinario. La escuela secundaria de principios de siglo es una ambiciosa institucin de enseanza superior en nuestros das. Estamos en instantes de pleno desarrollo y, como sucede a los adolescents, se nos escapan los "gallos". Quin sabe por eso nos alzamos un poco de hombros ante la realidad inmediata, por ser tan rstica: Est ms a tono con la idea universitaria traditional el agrandar prematuramente las perspectives. Sin embargo, la me- ta debe ser el ejemplo vivo en el laboratorio, en las prcticas fecundas, en la investigacin, el adelantarse a los sistemas vigentes en la vida colectiva, el propo- ner a base de investigar y experimentar, el mirar, s, hacia afuera con el espritu puesto en lo de adentro. El humanismo es ms bello y fecundo cuando se pone en prctica que cuando se le canta en discursos pre- ciosistas y terminolgicos.