ENRIQUE A. LAGUERRE que hacer aqu, y es una muestra de miedo a los pro- blemas que aqu claman solucin. Por otro lado, me temo que nuestra propia Universidad ande un poco desarraigada y que se desenvuelva en una atmsfera de academismos y transplants. No pocas universidades viejas en siglos viven en una ambiente de msticos intelectualismos; nuestra Univer- sidad es joven; fue fundada en marzo de 1903; nues- tro medio siglo de vida institutional, en el tanteo y la pobreza, no es much experiencia para que hayamos encontrado el camino. Todava lo buscamos. Sin embar- go, por lo mismo que somos jvenes, tenemos mejor opor- tunidad de moldearnos a tono con las necesidades con- temporneas. En cuanto a las viejas universidades, mo- ro viejo mal cristiano. Lo que s es un pecado, a mi juicio, es tratar de moldear una universidad a tono con la tradicin de otras universidades, desentendindonos de nuestras realidades locales y las realidades uni- versales. Este ha sido un siglo de guerras sin fin; se estn planteando los problems de la convivencia, del de- recho de todos a una vida mejor y ms equilibrada; los llamados valores permanentes son un espejismo, por- que los concepts varan en el tiempo y en la geogra- fa. Las multitudes de nuestros tiempos desean vivir sin miedos; sin el fantasma de los privilegios para unos pocos y la fatiga para los ms. Las palabras que ms de una vez repiti Franklin D. Roosevelt plantean el gran problema universal contemporneo.