ENRIQUE A. LAGUERRE por las intenciones democratizadoras. En el moment actual casi todas nuestras energas van encaminadas a poder alumbrar reas ms extensas. Es moment de abarcaduras, ms que de profundidad, es cierto, pero todo pueblo ansioso de mejoramiento colectivo pasa por esta etapa vital. Peor es que demos atencin slo a las minoras, con mengua del bienestar de toda la colectividad. Por bien preparada que est una minora, por fecunda que sea su labor, su obra no tiene sufi- ciente alcance social si se ignora la presencia y se re- chaza la participacin de las muchedumbres. Ya se estn revisando los concepts de pueblo y se le est dando a la convivencia colectiva la importancia que debe tener. Los pueblos valen ms -o si no, deben valer ms- por su gente viva que por sus es- tatuas, sus pinturas o sus libros. La actitud de hoy da no es levantar un bello edificio sobre la fatiga y la sangre de series humans ignorados, sino de ensan- char las perspectives vitales de esos hombres, aunque la creacin de los bellos edificios venga ms tarde, y que sea obra de unos series humans reivindicados. Mucha gente admira la imponente fortaleza de La Ferrire en las montaas de Hait y se hacen lenguas de la energa y la soberbia del rey haitiano de princi pios de siglo XIX, Henri Christophe. "Es la novena maravilla del mundo", se dice: "Qu portento de cons- truccin!" Cierto. Pero fue levantada sobre la sangre y la fatiga y la muerte de centenares de hombres y eso es lo que resiente el hombre contemporneo. Y lo que