ENRIQUE A. LAGUERRE Surge, nuevamente, el problema: Qu realidades histricas, qu aspects de la vida puertorriquea po- dramos considerar en favor de un bien formulado plan de turismo? hemos estudiado nuestra historic? apre- ciamos cumplidamente el valor de esa historic? estamos en condiciones de exaltar esa historic? estamos ente- rados de las substancias de nuestro folklore y nuestras costumbres; los hemos depurado artsticamente? nos damos cuenta de todo aquello que la Naturaleza nos regal? estamos contribuyendo, active e inteligente- mente, a aprovechar todo eso? Como dice Mr. Malcolm B. Ronald -un turista ms o menos comn- de Mitchel, Dakota del Sur, E. U., no est bien que se trate de hacer de Puerto Rico "otro Miami"; la Isla "debe tratar de presentarle al turista algo nuevo, algo ms tpicamente puertorriqueo; ex- presiones de cultural puertorriquea en la msica, la pintura, el paisaje, la gente". No es tan fcil como a pri- mera vista se observa, porque con ello va una just conciencia de lo que somos y de lo que queremos, y ello no se logra de la noche al da, ni much menos con adaptaciones accesorias, con imitaciones superficia- les, con prestigious sociales, econmicos o polticos. Primero, hay que sentir en puertorriqueo, luego hay que ahondar en la substancia puertorriquea -y no hay otro medio que el studio y la investigacin-, hay que exaltar esa substancia artstica. Hemos de es- timular la capacidad inventive del puertorriqueo ms que la imitacin servil o la decision ordinaria y con- vencional.