ENRIQUE A. LAGUERRE international que sobre Puerto Rico se tiene ha ido en aumento conforme pasa el tiempo. No slo ha crecido el movimiento turstico norteamericano, sino que tam- bin recibimos estudiantes de todos los puntos del mun- do. Basta un ejemplo. Mientras asistamos a una de las sesiones del Seminario de Historia, entr a la sala un grupo de profesores salvadoreos que haba llegado a la Isla con propsitos de observacin educativa. Esto sucede frecuentemente. Nos hemos acostumbrado ya a ver gentes de todas parties del mundo, sobre todo desde ese viraje de relaciones provocado por la inusitada mi- sin del gobernador en 1949. En el moment en que se celebra el Seminario de Historia en la Biblioteca Uni- versitaria conviene puntualizar aquel hecho histrico. Recientemente trabaj junto a un grupo de latinoame- ricanos, de catorce distintos pauses, y me enter ms de cerca de la situacin que actualmente vive Puerto Rico. Lo que trasmitamos a otras gentes ha de ser experiencia vital nuestra, con explicacin en nuestra honda conduct colectiva. Lo que ahora estamos ha- ciendo no lo adquirimos de la noche a la maana; es- taba en esa ansiedad de educacin que siempre -desde que empezamos a tener uso de razn colectiva- ha estremecido nuestra vida de pueblo pobre que desea le- vantarse. Por lo mismo que queremos servir a otros pueblos y queremos adoptar, por process de seleccin, las bue- nas cosas de otros pueblos, es que hemos de empearnos en vigorizar nuestra personalidad colectiva, esa perso-