ENRIQUE A. LAGUERRE vida humana. La historic aparece como un organismo clido. Rehuye, pues, exponer una galera de momias, para singularizar lo que es vida y sangre y entusiasmo. Sin dejar de aprovechar en ningn moment la base francamente documental, no deja tampoco Cruz Mon- clova de bucear en la infrahistoria, en las ntimas ma- nifestaciones de los sucesos. Difcil tarea cuando hay que depender tanto del material escrito, generalmente compuesto a la luz de las pasiones personales, en uno u otro sentido. A veces, leyendo la prensa actual en la presumiblemente objetiva relacin de sucesos, se sor- prende uno encontrar pasiones desmedidas hasta en los nmeros ofrecidos. La entrelnea, la omisin inten- cionada, el resalte intencionado tambin, los ttulos, el negar a unos y dar a otros y viceversa, las justificacio- nes, todo eso pone de manifiesto la pasin humana. Examinar todo un acervo documental, y tratar a todo trance de mantener la ecuanimidad, es de por s, una experiencia inusitada. Y descubrir en todo eso la reali- dad del otro bando, en sus reacciones positivas o nega- tivas, require mayor esfuerzo. Va Cruz Monclova tras el propsito de sealar la presencia de un pueblo. Aqu est la espina dorsal de su trabajo. Como ya haba nacido la consciencia, nos hallamos frente a un comportamiento social y poltico incipiente: el nacimiento y gradual desarrollo de los partidos o sectors polticos: conservadores, liberals, separatists. No limita el autor sus apreciaciones socia- les y polticas al ambiente puertorriqueo, sino que