ENRIQUE A. LAGUERRE la historic del pas, si se tiene en cuenta la evidencia documental de este trabajo". Posiblemente, quien sabe en parte. Sin embargo, el propio Morales Carrin agre- ga una nota en la que asegura que el libro de ensayos de Pedreira "contribuy a revivir el inters por la tradicin cultural de la isla". Morales Carrin present su acervo documental para probar que, debido al continue intercambio commercial ilcito, Puerto Rico permaneci abierto a las corrientes de fuera. Fueron tres largos siglos de rivalidades na- cionales, de pirateras y de comercio de contrabando. Las naciones -Inglaterra, Francia, Holanda, Dina- marca- codician a Puerto Rico por su privilegiada po- sicin en las Antillas traficantes de aquellas pocas, por ser una fortaleza desafiante y por ser smbolo del exclusivismo colonial espaol. Este exclusivismo empuja la Isla al trfico illegal para poder subsistir. Durante la larga poca hay un contrabando copioso en la peri- feria costanera. San Juan, por otro lado, lleg a ser considerado "nido de pirates" a causa de la conduct extralegal de corsarios y guardacostas. Morales Carrin aporta pruebas sobre la entrada y salida de gente del exterior. Si se tiene en cuenta que ello sucede durante tres largos siglos, la prueba no re- sulta tan efectiva como para dejar definitivamente sen- tado que no hubo aislamiento. Si a esto se agrega que las relaciones con el resto del mundo, fuera del Mare Nostrum, eran casi nulas -hubo vez de no llegar un barco de Espaa a nuestras playas, en largos meses-;