ENRIQUE A. LAGUERRE corregirse en parte, tanta angustia ha de causar a l- deres como Lincoln y Ghandi y a sus seguidores. Por ah, por los libros de texto y por la enseanza official, es que hay que empezar. De lo contrario, la tarea de mejorar la convivencia ser siempre muy difcil. Un diplomtico international, una persona bien intenciona- da, por poderosa que sea su gestin, no podr desbara- tar con facilidad lo que los sistemas educativos, con sus millones de maestros, han estado haciendo, ms incons- ciente que conscientemente. Siempre se ha credo en la generosidad de los poe- tas, pero muy pocas personas se han puesto a exami- nar a qu causes han servido y a quines sus mitos han hecho daos irreparables. Un nio viene al mundo como un papel en blanco para entregarse a la voluntad de aquellos que se sienten llamados a anticiparle sus obligaciones. Es por eso que la responsabilidad de quien educa -padre, madre, maestro- es enorme. Las cor- tes de justicia, las crceles, los hospitals, los sanatorios, no remedian el mal -ms bien son un castigo para un antiguo nio que vino al mundo sin saber lo que le esperaba-. Repito que hay que ir a extirpar grmenes en los process educativos. Manuel Fernndez Juncos tuvo la intuicin de premier a los nios de sus libros con flores, pjaros, cantos; mientras que otros autores de libros ms recientes los premian con bicicletas, un premio inalcanzable para la mayora de los nios que leen en ese libro de texto. Esta es una enseanza fran- camente trastornada.