ENRIQUE A. LAGUERRE cultural del pblico lector, con los mejores medios a su alcance, con respeto a la mejor tradicin y a la mejor vida de la colectividad. Limitarse a satisfacer las gruesas demands del pblico, rendir servicio slo a las cosas y situaciones que le convengan poner su inters econmico sobre todos los otros intereses, re- clamar amplia libertad hasta para limitarse a s mismo, en el propio provecho, y hasta para atentar contra el derecho de educacin y cultural colectivas, no debiera ser norma de peridico alguno, que se debe, fundamental- mente, al pblico a quien ha de servir. El mejor servicio que puede prestar un peridico es servicio de carcter educativo y cultural. Debe satisfacer la curiosidad pblica sin abultar ni adulterar las noti- cias, sin invadir la intimidad del ser human, sin exacer- bar las pasiones; debe comprender que los dems nece- sariamente no tienen que pensar como piensan los due- fos o los editors del peridico; que la libertad de ex- presin es un derecho democrtico, que el pueblo con- cede a la prensa que sabe utilizarla; que, por tanto, todo derecho apareja responsabilidades. Es natural que el peridico gane suficiente dinero para sostenerse decorosamente, sin que este inters aho- gue los intereses culturales y educativos. La prensa de- jar de ser cuarto poder all donde deje de fomentar la educacin y la cultural. Reclamar aquellas prerrogativas sin preocuparse ni fomentar la educacin y la cultural es un contrasentido o una aberracin autocrtica. El pe- ridico -especialmente el diario- es noticia e informa- cin y es, en su pgina editorial, punto de vista, pero es,