del quieto valle y la colina muda, y cada flor silvestre vierte el vaso de sus perfumes en el limpio ambiente. De pronto se levanta en el espacio el grito augusto del clarin del viento: ya lega el heroe de cabellos largos con su tropel atronador de toros; es un pastor de alisios en rebafio que vuelve de los montes hacia el valle tailendo su clarin de son preclaro. Despiertase la noche y lanza un grito que repiten gimiendo los leopardos de aquel silencio que dormia en calma. Por la piel de los troncos centenarios sube a las hojas el furor del viento y es un registro de 6rgano cada arbol. Hay un rumor sinf6nico en la selva despues que pasa el mugidor rebafio y vuelve el oro de imperial silencio a percutir sobre el sonoro sandalo de la viviente cathedral del bosque. Ahora se alza entire la sombra el canto de plata de la Noche que se arrulla de su honda teorba al armonioso encanto. San Jose. Mas.o de 1912.