Las hojas miran con ocultos ojos de insecto las imdgenes esbeltas de esa mujer con un semblante de hada y haciendo mds brillante la esmeralda de sus espejos a temblar se ponen con mil reflejos de pequefios soles. En los arriates hay verdor de cesped y moradas ojeras de violetas que han llorado sus suefios de jacinto con sollozos de aroma para el hudsped. Cuando ella pasa hay mfisica de flautas: el aura mansa acariciando sedas y rasos en los bustos de las rosas, en los dedos de blanca estefanotis, en el talle ondulante de los lirios, en las fieles memories del miosotis. Lleva una lira esa mujer en su alma y.el encanto infinite de las cosas levanta st inefable melodia en la lira de amor de su alegria. El chorro de agua que acompasa al tiempo presta humedad a las joviales horas que habitan el jardin durante el dia y da profundidad al pensamiento qut remonta en la barca de la noche, con velamen de luna, el ancho rio de la meditaci6n de altas riberas. Y pasa junto al chorro y se det:ene a contemplar botones de camelia. donde las fuerzas de la tierra abrazan las fuerzas de la luz, las hebras de oro y de plata,. de nieve y de inocencia,