en el agua lustral de tus cabellos. Ya estAs en mi poder, bello profeta, y puedo oir, con mis abiertos ojos, la misica divina de tu rostro. Para huir por la tarde de tu frente con la ronda de fieras de mis suefios pedi que la mafiana y mediodia quedasen separados de la tarde. For eso estAs conmigo, cumbre fria de torre sin piedad que vino al suelo como una rota flor y un don del cielo, para el postrer amor de esta princess. Mirindote, profeta, yo me postro para escuchar, con mis abiertos ojos, la mfsica divina de tu rostro.p Y el cintaro de rosas de su vida se volc6 sobte el agua de la muerte para aromar las aguas de otra vida. San JosJ. Dic. 1911. *