Y el cuerpo de la madre era una barca fletada de perfumes de viol :ta. Llev6 el hijo a sus ojos el pafiuelo para enjugar el agua de su llanto. Te hice sufrir, mi bien, mi claro cielo, perd6name, mi amor, te adoro tanto! aYo se que volverds a estos senderos, endonde impresas hallare tus huellas, que regarin de amor mis limoneros ante el dulce fulgor de las estrellas. tTd volveras, y entonces la alegria en la arena de luz de mi conciencia hundird sus sandalias, y ese dia sere un sol de content en tu presencia.r El hijo amado la bes6 en la frente y se alej6 subiendo la colina. El pensamiento de la madre, urgente, vol6 tras 61 como una golondrina. 9?edia. 1908