y cada nies, cuando partir te siento, me da horror el semblante de la ausencia. *Quisiera que ti fueses campesino para vivir contigo en mi cabafia! Cuanto amaria entonces mi destino habitando los dos esa montafa!l Y aquella madre se apoy6 en el hijo, como en cipres la rosa enredadera. Luego enjug6 sus ojos y le dijo frases de amor, oliendo a primavera. Pero el silencio las guard en secret. Salieron del jardin, por el camino de la ciudad distant, con el discreto paso del que soporta un cruel destino. Iban del brazo, como dos amantes, tras los pasos menudos de la sombra. La madre habl6: Cuin largos los instantes de mi vida! Quien me ama? Quidn me nombra? aCuando te vas la soledad me espera regando su jardin de pensamientos. Yo solo s6 llorar, como si fuera un manantial de muchos sufrimientos. tTodo este campo mi dolor lo abarca como ahora a este sendero tu silueta,.