EN UN BALCONY Sentada a este balc6n, de luz vestida por las estrellas tremulas, quizas en la noche distarite escucharis un grito que te da la bienvenida. Aqui, donde una vez te am6 mi vida, una ldgrima un dia encontraris; crey6ndola rocio, te pondrds en el pelo esa flor humedecida. Esa gota no es gota de rocio 4lanqueada por el sol como el argento, mas los vestigios son del llanto mio. Ni pienses que aquel grito lo es del viento, soy yo que estoy muriendo y que te envio mi filtimo beso, mi postrer lamento. Heredia. Oct. 1906.