CUENTOS Y NARRACIONES 177 que habitaban en un pequefio departamento amueblado; que eran de caricter dulce; que se las compadecia, y que no se decia de ellas nada que no fuese bueno. Poco a poco se fu4 interesando algo mds por estas dos mujeres. El rostro de la madre, cuando su hija no la miraba, tenia la expresi6n de una pena profundisima, un dolor sin fondo, sin espe- ranza y dificil de comprender para quien ig- norase las vigilias que ella habia pasado a la cabecera de su esposo y de su hijo; las dos agonfas, los dos entierros, la certidumbre de volver a sufrir angustias semejantes dentro de poco, y quedar luego sola en el mundo, con toda su alma en el pasado.... Y Jacobo se admiraba considerando c6mo aquella triste madre podria encontrar ain, junto i su en- ferma, sonrisas pilidas y hasta mentiras de alegria, mientras que, con la memorial llena de sus dos muertos, cuidaba y distraia dulce- mente a la future muerta.... Delgada, melanc6lica, con una blancura de hortensia, los ojos demasiado grandes, la nariz demasiado fina, la voz demasiado clara, los cabellos demasiado lacios, venas azules que parecian serpentear sobre sus manos de cera, deliciosamente frdgil y propensa al llanto, con la graciosidad de su cuerpecillo que se adivinaba entire los pliegues del traje y en los embozos y las ondulaciones del chal, la joven enferma, leyendo en su libro, recos-