CUENTOS Y NARRACIONES rosas blancas en las manos. Y le dijo ella con voz dulce y harmoniosa: "Juanito, tui no te has olvidado nunca de rezarme por la maflana y por la noche.... En gracia de la resurrecci6n de mi hijo quiero recompen- sarte.... i Ti irks a los toros el domingo !" Y al mismo tiempo saoudia sobre la mano de Morenito los petalos de sus blancas rosas, y cada hoja que cafa se iba convirtiendo en una moneda de plata.... La misma alegrfa que este suefo delicioso hacia experimentar al durmiente, le des- pert6. Al primer movimiento que hizo para despertarse escap6se de su mano i oh mi- lagro! una hermosa moneda blan.-a, y fu4.a caer sobre las losas, produciendo un argen- tino ruido.... El pobre muchacho no daba credito A sus ojos ni d sus oldos. Cogi6 asombrado la moneda. Era una pieza relu- ciente y legitima de cinco pesetas, i La Vir- gen no se habia burlado de 41, y al fin podria ir a la corrida!.... Di6 un brinco, se puso en pid, y empez6 A correr en direcci6n a la Plaza de Toros. * Al dar la vuelta a la esquina de la ca- lle de San Pablo, tropez6 con una chicuela del barrio de Triana, la que 41 conocia desde nifo y se llamaba la Chata. Estaba muy pAlida, y tenia sus grandes ojos negros bafiados en ligrimas. -- Qu4 tienes, Chata ?- le pregunt6.