CUENTOS Y NARRACIONES 159 Por espacio de cuatro horas vag6 por la calle de la Sierpe, ya husmeando el olor de las frituras y viendo c6mo se tostaban en el aceite hirviente los bufuelos y pastelillos de canela, ya siguiendo la pista de los toreros que se paseaban lentamente por delante de los cafes, con el cuerpo muy oprimido por su ajustada chaquetilla y sus estrechisimos pan- talones. Se devanaba los sesos buscando un medio honrado de ganar algunos reales. En vano habia intentado agregarse & los vende- dores que anunciaban 6 gritos los programs de las procesiones con los nombres de las cofradias: todos los empleos estaban provis- tos, y no le aceptaban en ninguna parte. Por fin, no pudiendo mas, con el est6mago vacio y las espaldas recocidas por el sol, desemboc6 en la Plaza de la Constituci6n, donde debian estacionarse las procesiones; busc6 en los portales de la Audiencia un rinc6n solitario y sombrio, y se sent alli para descansar mientras llegaba el paso de las +Cofradias. -dice un adagio muy antiguo, y a falta de desayuno se di6 el Morenito un buen atrac6n de sueno. Qued6se profundamente dormido iy d fe que estaba muy bello asi! Tendido d todo lo largo de las lozas con un brazo encogido para servir de apoyo A la hermosa cabeza negra y rizada, cerrando sus pdrpados las largas pestaflas, y entreabiertos los labios rojos por una sonrisa