CUENTOS Y NARRACIONES Cundi6 con horror por todo el pueblo la noticia de esta negative; el cura y sus ac6litos aprovecharon la ocasi6n para afear la conduct del enfermo, y el sacristan ase- gur6 en tono profetico que aquel hombre es- taba dado a Satands. Se repuso Pep6n, aunque dificilmente, de aquel primer amago, gracias lo fuerte de su constituci6n y al esmero con que le cuid6 la catalana; pero algunos meses des- pups se repiti6 el ataque y muri6 el hombre casi de repente, sin los auxilios de la religion. Pusieron el cadaver en la sala, como de costumbre, para velarle; concurrieron d este acto algunos vecinos y muchas vecinas; y empezaron las oraciones propias del caso. La catalana estaba en el interior de la alcoba devorando en silencio sus grandes penas. Pepin, el hijo mayor del difunto, sollo- zaba en un rinc6n de la sala, cerca de una puerta que comunicaba con los cuartos inte- riores. Era cerca de media noche. Dormitaban algunas de las personas alli reunidas; y el rezo se iba haciendo ya mAs interminante y menos general, cuando son6 enla puerta un extraTo ruido y penetr6 de pronto en la sala un rarisimo personaje. Tenia la cara deforme y rigida, con dos ascuas por ojos, unos grandes cuernos de macho cabrfo, traje de pieles con larga