CUENTOS Y NARRACTONES 151 II A los ocho afios volvi6 Pep6n su tierra, despu6s de haber cumplido en el ej4rcito. No venia solo. Se habia casado en Catalufa, donde se hallaba de servicio cuando le dieron la licencia. Su mujer era una catalana muy lista y trabajadora. Entre los dos arreglaron la casa, labraron las tierras y no tardaron much en disfrutar de una posici6n holgada aunque modest, que les permitia alternar dignamente con los labradores acomodados de la vecindad. Desde el casamiento de Pep6n habian variado much sus costumbres galantes y pendencieras, y toda su atenci6n y su acti- vidad se consagraba al amor de su esposa, al trabajo rfistico y 6 la caza, afici6n esta iltima que se habia despertado en 61 con el manejo de las armas de fuego. A pesar de este cambio evidence de < conduct, el pirroco no vi6 con buenos ojos el regreso de Pep6n, que si bien no tra- taba ya de seducirle las amas, hablaba con cierta libertad sobre asuntos religiosos, decia no s6 qud cosas contra el fanatismo, y censu- raba A los pobres aldeanos que no mataban un cerdo sin mandar a la iglesia el mejor pernil para San Antonio, ni cosechaban fruto alguno sin dar una buena parte de lo mejor para el alivio de las benditas dnimas.