150 CUENrTOS Y NARRACIONES y la comunicaci6n con personas tan audeces y tan dejadas de la mano de Dios. Privadamente decia mil improperios de Pep6n y le senfalaba como un perverse, como un perturbador de las conciencias, del cual era precise huir para no contagiarse y caer en la tentaci6n. Pero nada de esto atemorizaba al mozo, que seguia rondando la casa del cura y repi- tiendo de diversos modos sus amorosas demos- traciones. El asunto iba tomando mal giro y amena- zaba convertirse en uno de esos famosos chismes que suelen poner 4 nuestras aldeas en estado de avispero, cuando una circuns- tancia, favorable para el cura, hizo alejar bien pronto de Colleres al impert6rrito Pe- p6n. Le toc6 la suerte de ser soldado, y tu- vo que someterse 4 la dura pena de aban- donar su casa, sus heredades y sus mas ca- ras afecciones, para cumplir los rfgidos de- beres de aquel servicio forzoso. No se inmut6 por ello ni lleg6 a per- der en lo mas minimo su natural arrogancia ni su cardcter franco y jovial. La misma noche en que sali6 de la al- dea, pas6 por junto 4 la casa del cura, lan- z6 el grito de guerra de los antiguos can- tabros y cant6 unas coplas picarescas, alu- diendo 4 los curas j6venes y 4 las amas amables, coloradinas y de poca edad.