130 CUENTOS Y NARRACIONES los mis preciados tesoros de las energies de su juventud! Combati6 vicios- arraigados; atac6 A instituciones poderosas; no di6 tre- gua en la lucha contra los abuses del poder y del error entronizado; propag6 ideas ge- nerosas, foment ensefanzas, infundi6 alien- tos, cre6 reputaciones, distribuy6 beneficios y se cuid6 del bien de todos menos del suyo. Exaltado su espiritu con el fragor de la lucha y con el entusiasmo de la propaganda, no volvi6 siquiera la vista atrAs, para ver en que parte habia caido !a semilla, y A quienes habia proporcionado algdn bien. Olvidaba las injuries, no se desvanecia con los aplausos, y seguia resueltamente su obra de abnegaci6n y de generosidad. Una cosa le entristecia frecuentemente; habia notado que sus obras de mayor empe- fo literario y moral, aquellas que producian mayor satisfacci6n en su conciencia de artis- ta y de fildntropo, eran precisamente las que pasaban inadvertidas para la generalidad de sus lectores, que aplaudian, en cambio, rui- dosamente, lo trivial y baladi que se le esca- paba de vez en cuando en el acaloramiento de la polemica 6 en las inadvettencias de al- Sguna forzosa y rdpida improvisaci6n. La frecuencia de este fen6meno habia llegado al punto de hacerle casi aborrecibles los aplau- sos. Cuando sonaban con insistencia su alrededor,, recapitulaba tristemente .lo que acababa de publicar, y se preguntatba, si