CUENTOS Y NARRACIONES dia, Rastrillo no volvi6 a tener sosiego ni reposo. Pasaba las noches atormentado por insomnios y pesadillas crueles, y al amane- cer oia con espanto el furioso cacareo de la galina, que corria y picoteaba en derredor de la choza, como en la madrugada misma en que l1 habia acometido el asesinato. Por su parte los centinelas y vigilantes de la Puerta de Santiago ofan diariamente, al amanecer, cierto ruido como de gritos exa- gerados de una gallina, alli en la parte mis baja del foso. Les llam6 la atenci6n la in- sistencia de aquellos gritos A una misma hora y en un mismo lugar, y, deseosos de averi- guar qud causa los producia, bajaron una ma- fiana hasta las inmediaciones del pozo. A media que ellos se aproximaban adquirian mayor viveza los movimiento de la gallina, y el cacareo parecia en'sonces mas endrgico y expresivo. Salt6 repetidas veces sobre el brocal, y aleteando alli con insistencia, incli- naba el cuello y seialaba con el pico hacia el Interior, acompafiando estos ademanes con extrafos alaridos. Uno de los soldados, que ilevaba una linterna, alumbr6 con ella dentro del pozo y mir6 hacia el fondo con atenci6n. Otros soldados, advertidos por 61, miraron tan:bidn detenidamente hacia aquella parte; avisaron luego al cabo de guardia, que hizo llevar una escala, y con auxilio de 11a bajaron dos